lunes, 9 de enero de 2017

DOS MIRADAS DE TUNICK EN BOGOTA



DOS MIRADAS  DE  TUNICK  EN BOGOTA 

         ¿Viste? !Esa soy yo! -afirma una joven a la vez que señala con su índice hacia el lateral izquierdo de una de las imágenes- ¡Allá está Graciela! Este que está de lado es Jairo. Allí nos decía en voz baja que el frío lo estaba matando. 
            
           El público se mueve lentamente hacia el fondo; mientras, otro grupo de visitantes que regresan  del Museo Nacional  comparten  la experiencia de  sus primeros pasos en la desnudez colectiva. Uno que otro observa en los grupos fotografiados llevando en su mano un sobre muy bien elaborado que contiene la fotografía del sector en el que aparece. 

               El Museo de Arte Moderno de Bogotá sirve de recinto a la acción identificadora y, basada en ella, una buena parte del público va a reconocerse en la imagen y hace alarde de su atrevimiento a la vez que intenta ver quienes más de sus amigos forman parte de la imagen .

 Zona VII   las lecturas del cuerpo y el espacio urbano

            Nueve imágenes conforman la muestra del neoyorquino Spencer Tunick en el MAMBO, todas en  formato  127 x 101 cm. e impresas en color con  tintas de conservación. En la sala, cada una de las obras  nos invita a establecer una relación con el espacio y el cuerpo desnudo,  un cuerpo socialmente indefinido, sin movimiento; la diferencia es sólo fenotípica: ya no hay estratos, ya no clases ni diferencias de intelecto y cultura;  sólo es el cuerpo, la piel lo que los iguala en un mensaje de identidad y diálogo con la sólida masa de los iconos arquitectónicos de la ciudad. 


            
            Tunick,  muestra la representación de una identidad citadina que dialoga con una identidad natural; una identidad compartida y territorializada en un ámbito socialmente controlado a través de una suerte de permiso de juego en un patio cercado en el que se pretende controlar hasta el mas mínimo detalle; aun así, la naturaleza lúdica del proyecto permite drenar la presión de tener que ser distinto para encajar socialmente. Este cuerpo global, está masa hermosa, niega el mercadeo físico, la sensualidad y el erotismo, tal vez por ello la envidia se minimiza ante el idéntico valor de ser célula de este cuerpo nuevo.

       El autor compone en su trabajo una escultura cuya textura de puzzle es afianzada por la inmovilidad de una masa biológica, una masa que muta de célula a individuo gigantesco y hermafrodita. En este nuevo ser, las formas se anulan por el corto instante de su vida como ente  que pasa de estar compuesto  de cuerpos hechos a medida del mercado y del poder político, a ser formas hechas a medida del mercado y del poder del arte  (poderes y mercados  que cual siameses permanecen unidos a voluntad y conveniencia).


            El encuentro para el performance nos indica que, por fortuna, el cuerpo ha  perdido su carácter de vehículo del alma que dominó gran parte de la historia humana para convertirse ahora en un supuesto cuerpo controlado individualmente, uno capaz de convertirse en masa moldeable, vendible, alquilable y que deviene en premio, cascajo, detritus de guerra, propiedad transferible a vencedor. Él cuerpo se convierte en trofeo pero, sobre todo, en sujeto fotografiable porque la inmortalidad colectiva es más humana.  Es una inmortalidad que como uniformidad en el espacio urbano, desdibuja la individualidad corporal y construye la forma que invocará  la noción de locus  que, según Geoffrey (1995) supone el reconocimiento y expresión del espíritu de un lugar en particular del paisaje del hombre. 

          La experiencia artística de Tunick en el paisaje urbano dispone del lugar de una manera particular para otorgarle esa vitalidad necesaria para dinamizar su historia y afectar el Genius loci. su obra permite relacionar la arquitectura y el urbanismo con la historia de un sitio determinado para convertirlo en la herencia viva como propuesta.  Tunick no fotografía la ciudad como registro para un banco de memoria apegado a una supuesta pero necesaria objetividad; por el contrario,  lo hace en la ciudad con intenciones de opinar en torno a ella de manera consciente y nunca inocente; luego, actúa en la resignificación del espacio para generar nuevas lecturas.

            La importante propuesta de Tunick como performance (tal como lo define en el caso de su serie Naket ardrif ha otorgado a miles de personas en el mundo un espacio y un momento para lucir su desnudez con orgullo y dignidad. Una oportunidad que da paso a una razón primitiva de volver al inicio de nuestra existencia como especie. Tunick pretende dar un rostro único de nación, de libertad y cobijo en el paisaje urbano."         
  
             Bien vale la pena recordar que los fines de esta actividad de arte de acción fueron previamente explicados en rueda de prensa por parte de la Directora del Mambo a la vez que  se repite en  los vídeos que permiten un mayor acercamiento a la actividad y a su relación con el reencuentro, el perdón y la paz posterior a un plebiscito cuyo resultado todos conocemos. 

Zona V La lectura del espacio 

            Conociendo las imágenes de su visitas anteriores a Latinoamérica y una vez plantado frente a las obras hechas en  Colombia y expuestas en la sala del MAMBO puedo decir que sus fotografías no hacen de la piel su centro de atención, la desnudez es un punto a tratar sobre una imagen que invita a contemplar el espacio en el que los cuerpos se convierten en texturas. Puedo argumentar mi afirmación en una aproximación al paisaje (Voglar, 2007) que nos lleva a considerar algunas características como recorrido visual,  la profundidad de campo, el punto de vista a plomo o, en la mayoría de los casos, en picado. La inmovilidad, la identificación, el sosiego, entre otras manifestaciones relacionadas con la mirada amplia es generadora  de una  seguridad primitiva. Basados en estas afirmaciones, diríamos que Spencer Tunick no es un fotógrafo del desnudo, sino un artista que se expresa en el paisaje en el que los cuerpos generan en el plano morfológico, el ritmo, las texturas y la escala para, como él mismo lo dice, construir esculturas al tiempo que ejecuta su performance.



Zona III las lecturas del contexto y el compromiso

            Pero,  ¿Qué hay más allá de lo fotográfico?, en esta oportunidad lo social tiene mucha más importancia qué las imágenes presentadas en la sala  y en las que el foco y las impresiones nos dejan con algo de vacío. Sabemos que este desliz, aunado a la ausencia de guía de visita y cédulas, no permiten al lector  algunos datos de interés para la comprensión de los espacios, afectando así las condiciones recepción  y comprensión de las obras que parecen más bien entregas de cumplimiento para con el cronograma institucional. Sabemos que  la relación con los iconos de la ciudad le da una ubicación al espectador nacional mas no así a espectador extranjero que disfruta de la cultura de la ciudad. Estos pequeños detalles del montaje en la sala nos llevan a preguntarnos en torno a la maduración del proyecto y a la optimización de recursos que tuvo está exposición patrocinada por Johnny Walker.  

            Por otra parte y ya relacionando la actividad y su contexto creo que pasar de lo estrictamente estético a lo sociológico es pensar que la estética no responde a acciones sociales y viceversa. El autor en estas fotografías, al igual que en obras anteriores ha manifestado su negativa a tomar una posición política tal como  lo afirmó en una entrevista en Caracas en 2006 al decir: ”yo no confronto situaciones políticas. Mi trabajo es con los cuerpos desnudos y allí están los significados y el valor del mensaje que quiero destacar” sin embargo, notamos la coincidencia con la necesidad mediática de libertad y consenso nacional. (Tal fue el caso de la convocatoria en Caracas 2006 en el marco del Foro Social Mundial en un momento bastante crítico y de gran polarización ciudadana y ahora en el de Bogotá en el marco de la discusión  del tratado de paz.) El performance de Tunick como toda importante propuesta estética tiene una lectura política. 

Venezuela


             Toda intervención del espacio urbano con intenciones de su resignificación  y sus huellas históricas tiene una lectura política. Acaso no es un mensaje intencionado todo evento masivo sea huelga, espectáculo, performance, concentración, denuncia o rebelión, desplazamiento o  refugio? ¿No es cada uno de ellos la respuesta a contrariar un orden cotidiano? nos preguntamos: ¿se convierte el autor en gancho de la dirección de la mirada internacional  en  países con necesidad de exposición mediática?  

 Zona IV  La visión latina 

           
A mi entender,  el autor  nos muestra una Colombia un tanto sesgada en cuanto a su relación multirracial: basta ver como  la relación de tonos de piel tan evidente en nuestras capitales latinas termina escasamente representada  en las imágenes que se convierte casi en una negación por lo que la premisa de igualdad no se siente tan sólida en su propuesta. 

Chile 

        Por supuesto que, sin hacer de este importante aspecto un punto de tensión que nos lleve al rechazo, podemos decir que en la versión latinoamericana, se muestra el desgaste de la propuesta de Tunick que parece estar enfocada con el pasar de los años a establecer records de asistencia sin mayores objetivos desde lo artístico, y específicamente desde lo fotográfico como medio expresivo por lo que,  en  casos como Sao Paulo, Caracas, Buenos Aires o Santiago, presentan esquemas de composición simples y repetidos. Ciertamente, hay un desgaste respecto a Latinoamérica a lo largo de los últimos 10 años de actividad performativa, pues ella contrasta de manera notable con sus trabajos realizados en Europa. Basta observar con detenimiento sus maravillosas piezas producidas en  Neuchatel Suiza, Múnich, Alemania  o Hull en Gran Bretaña (este último por cierto realizado a pocos días de su performance bogotano).  Este doble tratamiento se me antoja interesante para otras líneas en torno a la obra de Spencer Tunick que pudiéramos discutir mas adelante. 



Gran Bretaña 


Suiza 




























martes, 3 de enero de 2017

EL MISTERIOSO CASO DEL OJO FARSANTE Y EL ATRACO MILAGROSO


 I         
          Ahora estoy parado frente a mi última fotografía; un paisaje al que decidí instalarle una reja de cabilla sin estrías, una reja que puedo tocar. Allí apoyo mis manos y miro hacia afuera o… ¿tal vez hacia adentro? En realidad no sé de qué lado estoy, de todos modos da igual, es como una prisión bidireccional sólo que de aquí para allá todo se ve inmóvil. ¡Claro! a fin de cuentas es una fotografía; ni modo que las cosas se movieran con todo y nube; pero, de allá para acá estoy yo, tratando de contradecir una figeza. Igual observo unos instantes para no confrontarme conmigo mismo y lo que veo es un intranjero que intenta recuperar su sentido de pertenencia.

          En la sala los espectadores se extrañan por la reja; parecen verdugos malhablados y torpes. Algunos dicen: ¿será que este pendejo cree que le van a robar esa vaina?; otros más perdidos comentan: Este sí que le echó bolas pa´ conseguir cabillas y electrodos –más atrás susurran-  Seguro que las bachaqueó con algún sargento. Eso ocurre porque hemos implantado un estúpido aprendizaje callejero que hace que cada quien se explique las cosas sólo por la forma, el cascarón, la latonería. ¿Será que sólo yo me siento prisionero? 

II
         Todo esto ha sucedido después de su ausencia. Las velas con peticiones a San Judas Tadeo se acabaron, por eso ya no espero que suene el teléfono, ni calculo cuál será el precio del rescate. Ahora que no está, soy más yo Y menos tribu. Su abrupta ausencia me dejó una libertad que sólo se compara con el hipertrofiado sentido del “yo te lo dije” de Mario, quien no tarda ni un segundo en esbozar esa sonrisa de vencedor y, como siempre, en su tartamudeo me estruja en la cara “yo-yo yo te lo dije”.

         Mario -mi maestro- un italo-margariteño ahora gringo-afrancesado me regañaba con su complicado tartamudeo. Al analizar mis fotografías me gritaba: di-dime lo que quieras pe-pero dímelo sin altavoces que lo deformen. Luego agregaba: Yo so-soy gago pero levanto q-que jode porque sé decir las vainas sin i- i- intermediarios y si-si-siempre soy yo; pero, ¿¡tú co-como que eres gago de los ojos!?  ¿Nunca puedes mi-mirar completo? 

         Gracias a él y a sus  análisis de aquellos años,  he comprendido el espacio como signo y ahora escribo sobre ese vacío con mis convicciones; pero no es para que cada vez que me encuentre reafirme como un GIF su victoria tartamuda.

III

         Muchas veces en mi vida de fotógrafo me sentí como en un espacio reducido, miraba por la cuadrícula y siempre me parecía que faltaban cosas que quería  incluir en una sola imagen. Por ello me hice paisajista mientras mi vida transcurría en Santa Ana del Norte, en Margarita. En ese pueblo, de una sola mirada veía desde la entrada hasta la iglesia y casi todo era verde y blanco con uno que otro toque de azul que se colaba desde el cielo hasta las puertas altas de las casas viejas,  luego iba al mar y me extasiaba con sus horizontes llenos de nubes descarriadas. Tal vez porque soñaba tanto con la amplitud, decidí que fuera parte de mi modo de vida.  Un día, lejos de la escuela de fotografía, lejos de Mario que me tenía atragantado de silabas y de su cacofonía permanente. Me aventuré a otras experiencias: visité la ciudad, las avenidas, las tiendas del puerto libre y allí, a través del cristal de un centro comercial vi a ese otro ser que  comenzó a volverse una obsesión en mi cerebro. Cada dos días pasaba por esa vitrina e intercambiábamos miradas. De veras que me hubiese gustado que fuera “ella” pero no fue así. Tanto insistí en el encuentro que terminé en mi habitación envuelto en una extraña relación con quien a pesar de aparentar 21 sólo alcanzaba 17 lo que se me antojaba más prohibido aun.
obra de  Denis Dubois 2012
Poco a poco nos atrapamos mutuamente, sé que él necesitaba de mi cuerpo como su faltante y yo de su manera de mirar. Él transformaba mi relación con todo lo que me rodeaba; tanto así que llegó  a tomar mi identidad. Yo sólo comprendía el mundo a través de él, pues, poco a poco comenzó a mostrarse como un mago que  colocaba en mis ojos su antifaz y me hacía ver como por telepatía esa fuerza compositiva que andaba buscando. Por supuesto que el asombro me invadió día tras día su energía me inyectaba seguridad, emoción. Ser dos contra el mundo te hace olvidar que mueres de a poco en las aceras tras la búsqueda de una bolsa llena de miserias. Esa evasión nos llevó a ser el uno para el otro. Así, hicimos una llave, una dupla, un tú pa´ mi y yo pa´ ti, una especie de uña y mugre que reía y disfrutaba cada paisaje que hacía. Hablo en primera o tercera persona porque da lo mismo; al fin y al cabo habíamos abandonado el plural para fundirnos en una sola identidad.  

IV

       Con el paso del tiempo, sentí algunas incomodidades; bueno, normales en toda pareja. Sí, me di cuenta que mi otro yo sólo esperaba aquellos días de nubes rasgadas o pinceladas en el horizonte. De resto se hacía el "Willimeis" como decimos en esta tierra. Se hacía el paisa y pretendía quedarse dormido en su extraña bolsa de dormir individual, negra y personalizada. Desde mi espacio pasaba largas horas contemplándolo; pues aun cuando sus facciones eran dulces y hermosas como las de un actor escogido para una película le gustaba dormir de la manera más simple en su sleeping back. 

      Si no es porque casi siempre fue mi otro yo silencioso, no le hubiera soportado sus esporádicos escándalos  cuando me indicaba dónde estaba el asombro.  Todo a través de él era magnifico, espectacular, a veces indescriptible; pero de resto, en mi soledad,  mi visión del mundo era como demasiado triste. Con el tiempo su presencia se volvió como un psicotrópico, no comprendía la vida sin él y comencé a consentirlo llenándolo de caricias  a cada vuelta de aventuras  y permitiéndole dormir en su bolsa siempre limpia y mullida. 

       Mario, por su parte, me hacía comentarios insidiosos y toscos al referirse a esa relación que muchos no aprobaban. Él argumentaba que no debía permitirme que mis fotografías no  fuesen sino registros de un derrape de alegría y belleza inducido por ese estafador, e ilusionista. Yo creo que los celos hacían su parte pues, desde que hice mi yunta con el de la cama negra, comencé a alejarme de todos los que no tenían la dicha de esa compañía.
¿Fui feliz? sí, ¿y…? ¿Cuál es el problema? 

V
          Ya hace dos meses que no compartimos ni siquiera un cielo.  Su cama esta vacía.  ¡Este país es una vaina seria!. Una vez detuve mi carro ante una luz roja y ¡PAW! Una pistola glock se asomó por la ventana mirándome con su orificio oscuro. Se acercó con violencia  y cuando volteé quedó su boca  en el medio de mis ojos. en un instante tuve esa sensación de mareo que produce el hilito en la frente para quitar el hipo. Ese túnel me miraba con tanta seriedad que sentí que el mundo me daba vueltas. Sin embargo, hasta en un momento tan perturbador ese afán de ampliar la mirada se adueñó de mi aunque busque su milagroso apoyo ya él ya había sido sacado del carro a la fuerza por la otra ventana. Ya no éramos dos en uno. Me habían extirpado una parte importante de mi ser,  de repente, volví en mi,  logré enfocar; más allá del arma vi una mano adornada de uñas sucias, una manga, un brazo, un tipo, una moto, un cielo, una nube. Quise meter en el cuadro, edificios, calles,  transeúntes, quise polarizar esa imagen  y hacerla mía!  pero ¡qué va!, la realidad era otra: del coñazo en la frente se me fue la luz con todo y recibo. Mis anteojos saltaron chillando y pidiendo auxilio como  un perrito pateado. Por un momento creí escuchar a Mario que tartamudeaba  pi-pi-pi- pero era  el sensor de la puerta que había quedado abierta. 
   
          Todo terminó ese día en un chasquido de obturador; desde entonces, no he tenido noticias de sus captores. El golpe en la frente  dejó este pequeño hundidito en la piel rodeado a cada lado de dos labiecitos así como una chuchita en miniatura que ahora acaricio como el chamo aquel del diente roto. Desde allí no vi más a mi otro yo. creo que fue secuestrado. no sé si él fue golpeado  desconozco si desfiguraron su delicada presencia o, peor aún, si fue esclavizado y prostituido a la fuerza o vendido como una basura a algún traficante.  Durante muchos días no logré pensar en una fotografía si no estaba él. Me sentí inútil, vacío;  pero ahora, sin él, veo el mundo más mío.

VI

          Hoy vino Mario. Al llegar a la puerta me dijo con una risita burlona. que te-te parece la vi-vida sin él? ¿viste que eres el  mismo wu-wu-wuevon de siempre? ¿Vi-viste que sólo hacías fo-fotos bonitas por lo que él causaba en tu estado de ánimo?  ¿vi-viste que suplantaba tu mirada?. ¿Comprendes ahora que so-solo estabas enamorado de su manera de ampliar tus horizontes pa-pa-para hacerte creer un fo-fotógrafo genio?. No cabe duda que lo amabas po-porque transformaba ese mundo que no eras capaz de-de interpretar sino de deformar. por eso todo se te hacía i-i-interesante, extraño, si-singular, sorprendente. Era como tener e-el hombre elefante asomado en cada recuadro. Era como adaptarle tu archivo a la mu-mujer barbuda  del circo para que viviera en tu pc. ¡To-todos exclaman Waaaooooo! Y expresan, líneas más, líneas menos, lo brutal que eres;  pero no es gracias a ti pa- pajúo, sino  a él,  pues esa es su naturaleza. Él era  showman, vanidoso, he llegado a pensar que un poco gigoló.
-Pero Mario, yo….-intente interrumpirlo-
Eh-Eh sheee ¡de-déjame terminar no-nojoda! –gritó- Ve-ve-velo desde lo fo-fotográfico. Ahora que lo sacas de tu vida ya las nubes no se lanzan co-como flechas hacia el centro de tus ojos, ya la-la tridimensionalidad es un ilusión. ¿Viste que-que-que la hiperfocal era sólo un recurso y n-n-no-no un modo de vida?. ¿Te diste cuenta que esa po-polarización natural de su mirada era solo un espejismo que te hizo sentir amado por tus fa-fa-fans?. 
 
       Ve-ven acá. mira la camita de gomaespuma negra ya vacía y dime si eres capaz de construir tu mu-mundo a través de tu propio lenguaje lleno de signos que expresen esta co-cotidianidad que te hiere. !Dale gracias al tipo de la pistola!, sólo él pudo arrancarte ese gra-gra-gran angular que se había adueñado de tus ojos. No dejes que otro 17 milímetros  te robe la mirada. !comprate un 35.!

EN TORNO A LA XVI BIENAL DE FOTOGRAFIA 2016 DEL CENTRO DE LA IMAGEN EN MEXICO



EN TORNO A LA XVI BIENAL DE FOTOGRAFIA 2016 DEL CENTRO DE LA IMAGEN EN MEXICO
                                                                                           Wilson Prada 

          
Sofia Ayarzagoitia "every night temo ser la dinner"  1er premio
              
En todos los cambios tecnológicos que afectan la comunicación se han producido grandes discusiones generacionales, en ellas,  ha existido un emisor con una gran capacidad de codificación de sus mensajes y un receptor quien, en algunos casos, puede ser pasivo o, en el mejor de los casos, tiene  una actividad limitada; sin embargo, ante la fotografía (dada su estrecha relación con las redes) se llegó al límite de la explosión de las categorías comunicacionales y, así, la relación emisor-receptor se da ahora en igualdad de condiciones, por ello,  el hombre común deviene emiceptor
 y termina generando más mensajes que los emisores tradicionales del poder. Este nevo estado de la comunicacion  le permite  a la comunidad fotográfica la opción a decidir, categorizar, definir o satanizar lo que le rodea, derribando todo muro de contención (incluyendo el marco del arte)  En este marco, la amada libertad de expresión y creación tan defendida por los artistas, inicia una relación de amor y odio que se manifiesta en el intento de someter todas aquellas manifestaciones que vayan más allá del acto  de obturar la cámara o de desprenderse de la inmaculada pureza en la obtención de la verdad, así como aquellas  intenciones de derretir el pedestal bressoniano que, como es de notarse, ha resistido más de 60 años a los embates de la “locura nefasta y sacrílega” de la conceptualización.

            Siempre que hablo de la comunidad fotográfica, la divido por razones didácticas en tres segmentos que obviamente no son estancos ni impermeables en su interrelación; sin embargo, se diferencian en sus fundamentos e intenciones.  El primer segmento es el de los fotografiantes, los que continúan su ritual de contener el tiempo día tras día por razones de encaje social sin intenciones de modificar los caminos de la estética. Este  segmento, utiliza el dispositivo de captura como una herramienta para el registro  de su memoria. El segundo, es el de los fotógrafos, este es el de la resistencia, un inmenso grupo intermedio al que, sin ánimo de utilizar el término de manera peyorativa, me gusta llamar “los emenistas”;  en estos,  el análisis está sustentado en la relación fotométricamente perfecta desde el modo M como única manera de validar sus destrezas. Este importante segmento, por lo general, ejerce  su derecho a establecer patrones de ingreso  y debate  en torno al  control de sus extensiones mecánicas y el fortalecimiento de las columnas que sostienen el medio reglamentando lo compositivo, lo morfológico y la pirámide de iconos de la historia de la fotografia. Son ellos los que en gran parte sostienen la industria fotográfica y por alguna razón, ese poder y  esa certeza de dominio tecnológico, los  convierte en provocadores de discusiones en las que lo cuantitativo conforma las vigas de sus argumentos. 

            Un tercer segmento  es el de quienes, desde su convicción  del agotamiento de las fronteras entre géneros y disciplinas de las artes, aportan nuevas lecturas visuales, a veces tan arriesgadas que, para los segmentos anteriores,  parecen provenir de individuos desprovistos de capacidades o talentos artísticos. En este segmento, ubico a los que utilizan la fotografia desde el campo del arte, se compenetran con sus espacios de creación y en las lecturas del mundo que se  afianzan en una interpretación de temas de amplia significación como la violencia, el destierro o la identidad; pero, también desde el erotismo, la religión, la comunicación; temáticas estas que son abordadas  con claras intenciones de movilizar las formas en las que pueden ser interpretadas desde la recepción y la estética. 
 
Diego Berruecos 2do premio
II

            Normalmente voy a las salas de arte o ingreso a portales de arte para  ver arte; de tal modo que asumo que aquello que está en ese espacio debería tener ese estatus dada la cantidad de decisiones que los autores, partiendo de la fotografia, tomaron para redefinirlas y reinterpretarlas cada vez con intenciones esteticas más claras  a través del largo proceso de lo que Soulages denomina “la fotograficidad;”  más aun, cuando  los curadores de la Garza y Domínguez  afirman en el texto del catálogohemos trabajado en estrecha colaboración con los artistas participantes, tanto en las decisiones sobre los formatos de salida y selección de componentes de los proyectos, así como en su presentación en las salas” 

            Lo antes expuesto nos lleva a pensar que esta selección de 49 propuestas provenientes de un envío de 867 trabajos pretende, desde lo curatorial, atacar en las grietas que sostienen los ya débiles estereotipos de la mexicanidad fotográfica, dando paso así a una especie de anti-fotografía que nos obligue a verla como imagen transdiciplinaria más allá  de la estetización de la violencia, los valores compositivos, etc.  ya tratados en la Introducción que  Ítala Schmelz hace a la bienal en la que afirma: No hay en ella estereotipos sino un caleidoscopio que deja ver a todas luces la crisis del sistema económico y político actual, así como las estructuras del conocimiento y poder que el siglo XX tuvo aún por garantes… Ahora nos encontramos con un arte que busca operar fuera de los registros de la sublimación, sin metadiscursos, ni virtuosismos técnicos ni estéticos, hablar del presente y del país, sin hacer nacionalismo. Denunciar la injusticia y la miseria sin estetizarla. Fotografiar a México no como construcción de identidad sino como pensamiento crítico”

III 
Bruno Ruiz " dias rojos"  mención

            Diferenciar entre la opinión de un articulista y el aporte argumentativo del crítico, es una tarea pendiente en el mundo hipersensible de la fotografía que, a diferencia de otras disciplinas del arte tiene poca exposición al texto crítico, pero demasiado intercambio de opiniones en voces que se aferran a paradigmas ya en desuso. Partiendo de esta afirmación, me temo que la  Bienal de la ruptura como la llama Marcel Del Castillo, está hecha para llevarnos a una discusión profunda sobre nuevas aperturas a la recepción, esta Bienal al parecer, no esta  para los comentaros  que se alimentan de afirmaciones lesperianas cuyos argumentos aún no encuentran un vestuario digno. La XVII Bienal está ante la mirada ajena para una crítica con una dinámica de pensamiento que lejos de ser acomodaticia o amarga, sea problematizante. Esta dinámica de pensamiento, debe escudriñar en lo extraño, diseccionar lo que el receptor  visualmente no entiende ni comparte; allí, radica el aprendizaje de aquello que se opone a una forma de construir una  “identidad de usuario” en detrimento de la identidad de emiceptor;  por ello, creo que lejos de atacar lo que vemos, debemos analizar la relación de ello con  lo que subyace en la decisión curatorial: lo invisible, lo intangible; pues, eso que subyace en la XVII Bienal  está dirigido a un  espectador-lector que deja de pensar en la fotografia como técnica o captura para pensar en la comunicación desde la imagen como un medio hermosamente mutante; por eso me uno a Juan Molina Cuesta en su artículo  sobre la XVII  Bienal (1) cuando  expresa: “El discurso -entendido como lo no-dicho- nos revelaría una narrativa de la inconformidad colectiva ante la grieta que se ha abierto…entre las representaciones de la realidad y la experiencia de la realidad. Es decir, una inconformidad ante la mentira. Ya no tiene caso pensar la fotografía como verdad, sino como respuesta a las mentiras del poder. Con esto, la obra de arte se presenta, más que como una crítica de la realidad, como una realidad crítica. Vale la pena preguntarse entonces, ¿eso “no dicho” en este trabajo curatorial cáustico y agitador  tiene suficiente alcance en la comunidad fotográfica? Tal vez este es el problema central que tanto ruido hace en los festivales, encuentros, seminarios y congresos. Eso es lo que nos hace pensar que muchos de estos eventos están estructurados para el intercambio de reflexiones entre académicos y no para el consenso semántico con un público que busca con ansias la manera de comprender lo que le ocurre a su entorno de representaciones; un publico que intenta sobrevivir en estas mareas tecnológicas. Como sabemos, un buen número de quiénes asisten a los eventos de fotografia provienen de aulas con ese vacío, lo que les hace ver estos problemas con los mismos ojos con los que el articulista de “El universal” observa la Bienal. Este tipo de salones requiere de un espectador con una gran capacidad de lectura, un receptor de mente amplia con cierta formación en el análisis de la obra visual; lamentablemente, este requerimiento se hace en el momento en que el lenguaje visual se reinventa ante una profunda herida en las formas de recepción; una herida en las que el texto visual (especialmente el fotográfico) sacrifica la densidad de su discurso para apoyarse en el texto escrito; Luego, la lectura individual que caracterizó a la mirada ajena en la modernidad, culmina en la lectura guiada, adosada,  autoadherible de la cédula  o a la historia virtual que acompaña a  la fotografía en la posmodernidad.
 
Victor Susler  "la piramide y su sombra"  mención
            Las citas que nos trae Marcel del Castillo como ejes, abren un compás para un inicio con respecto a las lecturas de La XVII Bienal.  En cuanto a esas citas, debo decir que, a diferencia de  Hou Hanru cuando expresa “partimos del punto de que la fotografia, así como los demás medios del arte –la pintura, la escultura o el video incluso- requieren una redefinición de sus fronteras. Y principalmente, queremos enfatizar que la intensión, el resultado de todo esto, es que la expresión vaya más allá del medio cualquiera que este sea”,  no soy partidario de la necesidad  de una redefinición de las fronteras específicamente en el marco de la fotografia. Pienso que  tal redefinición debe ser una consecuencia de la decantación de estos reacomodos estéticos que bien podemos observar en la Bienal que nos ocupa. La fotografia, más que otras manifestaciones del arte, aún está lejos de culminar su violenta actividad sísmica y su producción de fusiones en el marco de su desmaterialización. Redefinir las fronteras en este momento histórico; a mi juicio, nos llevaría a hacer una extensa lista de lecturas categoriales que se desvanecerían con la misma rapidez con las que se crean. 

            En otro orden de ideas, sí me parece pertinente la premisa en la que José Antonio Navarrete nos da una especie de rayado en la vía para dirigirnos hacia la discusión necesaria sobre la aceptación de nuevos paradigmas en torno a la representación, aun cuando creo que ya no desde el sentido de verdad o de realidad que parece un tema que ya está bien posicionado en las mesas de discusión, sino más bien, como dice de la Garza, desde el desbordamiento de su bidimensionalidad, Yo agregaría además, desde el desbordamiento (que no desde la negación) de sus ataduras tecnológicas, lo cual dejaría a vista del retrovisor a la comunidad  emenista, esa  que continuará durante varios años más, su ruta por el hombrillo de una autopista  que, según los argumentos aportados por Gubern, Brea o Soulages, se dirige desde la fotografía hacia la imagen pura.  Negar este destino no es un acto de locura pero se necesitan importantes argumentos para corroer sus bases; sin embargo,  en muchos casos, la situación del camino que sigue la fotografia, es analizada con criterios que, en su mayoría ya están en desuso en el campo de la realidad imperante lo que hace ver que algo está roto  en el nivel que sostiene la coherencia del viaje. 

 IV
Nahatan Navarro   mención
             Siempre he insistido en que esta realidad amerita un quiebre profundo pero consciente en el espectador quién, necesariamente, debe iniciar una nueva estrategia de entendimiento; por ello,   no  participo del juego de quienes encuentran en la calzada la fórmula para atraer la atención de quienes aún confunden lugares comunes con aportes. Decir que algo ha muerto siempre llama la atención del transeúnte pues,  la vida pasa desapercibida en su cotidianidad,  lo difícil es mantener la atención del caminante.  Creo que el atavismo de la sed de sangre está latente en nuestras comunidades artísticas en las que aquel que grite ¡Fuego! más alto es el bizarro personaje que llena las pantallas de los ordenadores asegurándose, por pocos minutos, un lugar en una historia de patas muy cortas. Ciertamente, todas las creaciones humanas  necesitan resistencias pero ellas sólo se hacen posibles  hablando el mismo lenguaje  de los que le dieron origen. Creo que el poder en general, utiliza para su supervivencia los más avanzados recursos tecnológicos y comunicacionales afectando con ellos el entorno de las de los gobernados generando los cambios que consideran convenientes para su ejercicio. En este transitar, los gobernados desgastan sus energías en contradecir estos cambios con recursos tecnológicos y comunicacionales obsoletos llevando asi a análisis y conclusiones extemporáneas. Tal vez,  la aparición de estos discursos apocalípticos no hace más que fortalecer ese dominio y convertir la fatalidad tecnológica en el arma mejor utilizada por el poder. A mi parecer, desviamos un tiempo valioso dirigiendo todos nuestros recursos hacia la muerte del medio mientras los operadores nos mantienen entretenidos en el trabajo creativo de los programadores que nunca  descansan para que podamos darle la razón a Villen Fluser.  

          Finalmente, el asunto mediático en su naturaleza compleja, efímera y cambiante, desafortunadamente no permite mantener la atención sobre estos hechos el tiempo suficiente para comprenderlo con la profundidad  necesaria que este  tipo de salones amerita; por el contrario,  hace explotar en insultos a los comentaristas “cazadores de likes”. que, a cambio de posicionamiento virtual  intentan desviarnos del  foco que debemos mantener  en el por qué y el para qué de la XVII Bienal de fotografia que el Centro de la Imagen nos presenta en la búsqueda de una ruptura.