La
búsqueda de la identidad autoral en el sistema de validación viene acompañada
de normas, requisitos y hasta “rituales” que le dan un sentido formal a lo que producimos como obra. Al
llegar a esta encrucijada, una visión más avanzada del lenguaje visual es requerida para lograr el énfasis y las
sutilezas en el mensaje que intentamos compartir. Por ello, la atención se enfoca en atar los
cabos de lo que hasta hace poco estaba en el mundo subjetivo de las ideas y que ahora comienza a ser tratado como un texto. Allí, el “saber hacer”
ya internalizado desde el aula o la experiencia propia, cede terreno al “saber
decir” desde la comprensión del lenguaje fotográfico.
Como vemos, es en ésta etapa en la que se comienza a ver la imagen desde
las intenciones; es decir, cuando se entiende que no basta con ejecutar el acto
de obturar y conformar un amplio archivo
de fotografías, sino que ese acto es un detonante para expresar, comentar, argumentar y replantear sus
conceptos. Podemos afirmar que en esta acción continuada de la fotograficidad, la
temática se consolida y las lecturas se convierten en soporte para la mirada
una vez comprendido cómo trabaja el sistema de validación, exhibición,
difusión, crítica y comercialización de la imagen.
Visionado. |
En
este encuentro con la adultez fotográfica, se desacelera la búsqueda de la
originalidad y, aun cuando se muestra el dominio de los procesos, ya el
objetivo de la imagen perfecta da paso a la búsqueda de una imagen genuina con
una gran carga expresiva. Para muchos fotógrafos comienza un interés
introspectivo, reflexivo que los induce a los ciclos teóricos, las
convocatorias a residencias y becas al mismo tiempo que los envuelve en un extenso silencio visual en el que estudian los eventos a los que se
enfrentan y que tienen como requisito las revisiones y visionados de portafolio;
luego, les asalta la duda de si su propuesta debe ser revisada y/o validada; pues, si tomamos el
asunto desde la forma en que las palabras y su utilización afectan nuestras
decisiones; veremos que los verbos validar
(Dar fuerza o firmeza a algo, hacerlo válido.) y revisar
(ver con atención y cuidado. Someter
algo nuevo a examen para corregirlo o repararlo.) tienen,
en buena parte de Latinoamérica, implicaciones negativas por lo que el uso de ellos parece entrar en
contradicción con una visión de autosuficiencia muy marcada en el fotógrafo.
Durante años, se nos ha vendido el
modelo de individuo libre en el sentido de quien no sigue reglas, acuerdos,
consensos ni observaciones por lo que los términos validar y revisar tienden a
ser sinónimos de intromisión y, en el peor de los casos, de imposición. Esta
resistencia a la validación y revisión pertenece a una etapa que el fotógrafo
debe superar en sus primeros niveles de estudio si pretende participar en las
convocatorias a muestras, exhibiciones o concursos en los que un jurado (visto
como tal desde las credenciales necesarias) o grupo colegiado tome una decisión
al respecto.
Una vez superadas las acepciones
negativas vale la pena preguntarse: ¿Debo asistir a una revisión o a un
visionado? Eso es lo que parece no estar
claro en muchos de nuestros encuentros y es en lo que pretendemos ahondar en
este texto; decimos esto porque se hace necesario discutir en cuanto a la
pertinencia y coherencia de la revisión o el visionado con la actividad que
enmarca el acto de presentación de portafolios. Sería entonces interesante,
proponer algunas definiciones de términos a fin de aportar elementos para su
discusión.
Dado que el primer paso para
participar en una de estas actividades es el portafolio, trataremos de avanzar
en este texto con distintos acercamientos al corpus de trabajo desde su
presentación como objeto-obra, (palpable, físico, tangible y multisensorial)
hasta llegar al e-portfolio de características visibles mas no tangibles y con
el que, de algún modo, sacrificamos lo sensorial en pro de la extraordinaria capacidad de difusión en el entorno de la fotografia
desmaterializada.
Definir el portafolio en nuestro
campo, se convierte en un atrevimiento dado los distintos y opuestos puntos de
vista a los que tenemos que enfrentarnos, así como a la escasa teoría en lo que
respecta a este como parte del proceso creativo Afirmo esto, por la diferencia que existe con la extensa
teorización sobre su definición como instrumento de seguimiento y evaluación en
áreas como educación, finanzas o mercadeo en los que autores como Coromina, Klenowski,
Ibarra, Bullock o Hawk, han hecho
importantes avances en su clasificación y fines. Para ello, utilizaremos como
punto de partida, lo que un portafolio aparentemente “no es” para acercarnos luego a lo que pudiera ser.
Partiendo de los distintos
trabajos clasificatorios, el portafolio fotográfico puede enmarcarse desde el origen
anglosajón de la palabra “portfolio”
(Conjunto de fotografías o grabados de
diferentes clases que forman un tomo o volumen encuadernable) y no desde el
francés “portefeuille” (especie de cartera de mano que se utiliza
para llevar papeles, libros y cosas semejantes) dado que el primero se
refiere al conjunto de productos mientras, el segundo, se refiere al contenedor
de ellos. Si tomamos en cuenta esa diferencia, la palabra adecuada sería portfolio
o portafolio. De aceptar esta premisa, podemos afirmar que un portafolio
fotográfico no es una cantidad de material recolectado y dispuesto en un
contenedor sin intenciones, fines o audiencias
determinadas; de ser así, se convierte en un conjunto de imágenes inconexas con
motivaciones diversas con una variedad de técnicas y formatos y, si nos
remitiéramos a clasificaciones ya en desuso, pudiéramos decir: con imágenes pertenecientes a distintos “géneros”.
Por
antagonismo pudiéramos definir entonces el portafolio como un corpus con criterios previamente
establecidos en el que, en algunos casos, se presentan trabajos en ejecución
para su evaluación, revisión o tutoría mientras que en otros, se presentan como un
conjunto de obras para su validación, difusión, comercialización o
conservación.
Para
comprender las diferencias en sus fines
u objetivos Intentaremos una breve
clasificación a partir de términos utilizados por autores como de Bullock y Hawk
(2000) y los adaptaremos a nuestro campo fotográfico haciendo a la vez, algunos
anexos.
Portafolio en proceso:
Este portafolio tiene como característica
principal ser un borrador, un acercamiento. En este primer caso se muestran los
avances en el desarrollo de un tema así como en el manejo de los procesos. Es
un punto de partida para discutir aspectos técnicos y teóricos a fin de comenzar a definir asuntos temáticos,
estilísticos, estéticos en alguna propuesta o conocer los alcances obtenidos durante
asignaciones. Podemos decir que su revisión tiene un carácter formativo y su presentación pudiera
estar destinada a docentes, grupos de intercambio y/o fotógrafos más avanzados.
Portafolio de obra
Aun
cuando Bullock y Hawk lo definen como portafolio de productos; en nuestro caso
lo nombramos como “portafolio de obra”. Este consiste en un corpus donde se
muestran los resultados del trabajo fotográfico con un discurso visual coherente
y enmarcado en una determinada estética. Éste portafolio dialoga con su
audiencia y es consistente en todos los pasos de su proceso creativo por lo que
implica un acto reflexivo en el campo del lenguaje y la representación. Éste
portafolio está destinado a curadores, críticos, jurados, galeristas,
investigadores, productores, marchantes, entre otras personas que conforman el
sistema del arte. Se trata de trabajos relevantes en la vida del autor así que,
por lo general, su presentación pretende cerrar ciclos de investigación. En él se
muestra la capacidad expresiva, la interpretación del mundo que lo rodea, su manejo
de la técnica, su definición de estilo, su aporte estético y más importante aún,
su riesgo en este momento histórico.
Este portafolio está acompañado de una memoria conceptual y del currículo del
autor.
Tomando en cuenta los fines
expresados en su convocatoria, Podemos decir que la presentación de un
portafolio de obra tiene como fin la validación, confrontación, exhibición y/o
mercadeo de las imágenes. Este tipo de portafolio es en el que hoy día se experimenta
en sus formas de presentación y por ello, debería tener todas las libertades
posibles en el marco de la relación entre la fotografia como imagen y las
distintas fusiones que experimenta con otros lenguajes contemporáneos.
Portafolio de muestra o de
trabajos.
En otros casos el fotógrafo compite
en el campo laboral demostrando su versatilidad en el dominio de técnicas y
temas para potenciar el mercadeo de sus productos; por ello presenta un
conjunto de imágenes de cuidadoso acabado en el que demuestra sus capacidades
profesionales en los distintos géneros.
Portafolio digital
o e-portfolio
Es innegable la evolución del portafolio
digital en las revisiones y visionados desde los años 90´ sin embargo, el e-portfolio
tiene escasas definiciones. Una característica de ellos sería que es un conjunto
de imágenes sin cuerpo físico y de alta
visibilidad o difusión aunque reducido en su capacidad de estimulación
sensorial y de las formas de presentación en cuanto a formato y dimensiones. Este
portafolio digital o e-portfolio permite su almacenamiento sin costo alguno lo
que permite establecer importantes bancos de datos que más adelante sirven para
hacer análisis comparativos de distintos momentos estéticos así como el
intercambio de temas y propuestas entre curadores par como ver la evolución de algunos autores.
El e-portfolio es muy usado para fines de selección o revisión y cada vez más, para su visionado (en este último caso, en modo presencial). El autor siempre debe atender con antelación asuntos como calibración de monitores, adecuación del formato, resolución, sonido si lo requiere, compatibilidad, velocidad de transmisión, entre otros factores propios del medio.
Características del portafolio en
su estructura:
Como hemos podido observar, el
primero parece estar enfocado al proceso, el segundo y tercero a la obra
mientras el ultimo por su versatilidad abarca a todos ellos. Como es de
suponerse, en los cuatro tipos de portafolio antes descritos los acabados son
distintos y por supuesto, también lo son sus fines y sus audiencias.
Cualquiera de los portafolios antes presentados puede ser elaborado
en función de las distintas categorías discursivas tales como: obra única, fotosecuencia,
serie, ensayo o instalación y aunque sin ser una condición sine qua non, no es
recomendable la combinación de estas.
Ya
que el portafolio de obra acompaña al autor durante toda su carrera, independientemente
de su estilo, genero o tema, el proceso de elaboración del mismo debe iniciarse
como un hábito de taller y como
además se supone que éste es la muestra de su evolución como creador ya
superados los obstáculos surgidos en las distintas revisiones; sería
recomendable, según sea el caso, presentar el último trabajo.
Esto nos lleva a reflexionar en
torno la necesidad de propiciar una cultura del portafolio desde las primeras
etapas de formación a fin de tomar en cuenta factores tan
importantes como el posible cansancio visual causado en el receptor por el
exceso de imágenes, así como por la reiteración del mensaje ya sea por duplicación de elementos, formas
compositivas, puntos de vista, uso de la óptica, escala tonal etc. El dinamismo
y la necesaria comprensión en la lectura
del corpus de trabajo siempre son afectados por la cantidad de imágenes presentadas
por lo que se estima que un conjunto de
fotografías comprendido entre 7 y 20 imágenes es ideal para su lectura. Sin
embargo, este número puede variar según la naturaleza del evento de
presentación.
Es importante recordar que el acto
de la presentación del portafolio es la culminación de un extenso conjunto de
decisiones del autor con relación a escogencia, tratamiento, uso de guardas,
conservación, escala tonal, soporte de impresión, etc. por lo que en esta
instancia de discusión del corpus, las excusas, los errores, las
improvisaciones; quedaron tras la puerta del taller del autor. Cada imagen
vista es una afirmación hecha que como en el lenguaje oral o escrito, no puede
ser recogida.
Revision o visionado.
Una vez establecidas algunas premisas para
la discusión en torno al portafolio pasaríamos a tratar de hacer lo mismo con
los términos revisión y visionado. Entendemos que las categorizaciones son odiosas
cuando pretenden establecer parámetros entre las actividades de nuestro campo
fotográfico. La clasificación y la adjetivación son sólo maneras de ordenar el
conocimiento; por supuesto, entendemos que en el marco de la movilidad
argumentativa de la fotografia en la cultura digital pareciera ser
contraproducente catalogar cualquier actividad del medio.
Tal vez podamos producir un marco teórico que
nos lleve a diferencias entre ambas
actividades para no utilizar los término a ciegas convirtiendo la actividad del
visionado en una corrección de propuestas incoherentes, así como de presentaciones
poco pertinentes a las exigencias de la fotografia contemporánea o, en otros
casos, al perfil que determina la
institución que hace la actividad. En este contexto trataremos de diferenciar
las dos actividades.
Revisión
Las afirmaciones hechas en párrafos anteriores
nos llevan a reflexionar en torno al termino revisar que alude al estudio
minucioso, pausado de algo que está en proceso; algo inconcluso que merece ser
guiado, analizado, corregido (aun en contra de la tendencia latinoamericana de
no aceptar verbos que remiten a diferenciaciones o jerarquías por méritos o
conocimientos; de allí, que, por lo general, el término revisión sea tomado por
los estudiantes de fotografia en su acepción peyorativa de subordinación e
inferioridad lo que hace que muchos se sientan disminuidos ante la acción
revisora).
Si tomamos en cuenta la condición de trabajo inconcluso,
en la revisión se presentan portafolios en proceso ya sea por solicitud de un
evaluador docente o por la decisión del autor de buscar evidencias de la
evolución de su trabajo. (En este último caso, la revisión genera honorarios
profesionales) Es usual en esta etapa corregir aspectos técnicos relativos a impresión,
formato, referencias históricas, aportes, antecedentes, etc.
Revisión de e-portafolio |
Quien tiene a su cargo la revisión,
propone, recomienda y en algún momento secciona y recompone solo por ejercicio
didáctico. Este intercambio entre el autor y el revisor tiene dos modalidades
que pueden ser: la revision sincrónica o presencial (lo que incluye la conexión
online) y la revision asincrónica o en
ausencia. El proceso de revision amerita un tiempo evaluativo mayor que por lo general puede alcanzar una o dos horas docentes (45 a 90 minutos)
Visionado
visionar se refiere como vimos antes, a productos del área del cine o la televisión. Sabemos que la
naturaleza de estos medios los presenta como producidos en equipos de trabajo,
con imágenes en movimiento y que parten de un complejo proceso de pre
elaboración en mesa en lo que respecta a guiones, mensajes, códigos, actores e
industria, Si ampliamos las fronteras entre ellos e “insertamos” un poco a la
fuerza la fotografia que como sabemos es de naturaleza distinta a lo señalado. pudiéramos pensar que un visionado se refiere
a la presentación del portafolio como conjunto culminado. No de trabajo en
proceso; es decir que se refiere a la presentación de obras, no de bocetos ni
borradores por lo que su llamado a aplicación debe tener muy claros sus
objetivos, sus normas de participación, de presentación (que deberían ser
siempre sincrónicas) así como sus criterios de aceptación.
En el visionado se lee (visualmente)
una propuesta y se somete al análisis crítico desde aspectos formales que van
desde lo contextual hasta lo enunciativo pasando por los análisis descriptivos
y morfológicos. Todo esto aunado a los momentos dinámicos en cada uno de los
movimientos estéticos, más aun en el que nos compete en el campo de la
fotografia contemporánea y sus constantes desplazamientos e hibridaciones. Por
supuesto también se estudia su inserción en el marco curatorial.
Por lo antes expuesto pudiéramos
afirmar que el visionado se realizaría a partir del trabajo de amplia expresión
sensorial, ya sea impreso o virtual, o en
una proyección pues, en ella se pueden ubicar los aportes que el autor hace en tratamiento
de un determinado tema. En muchos casos, se solicita una muestra previa en
formato digital para seleccionar el grupo de autores que participará en el
visionado. Esta actividad, no tiene como finalidad recomponer discursos ni
evaluar procesos; no es una guiatura para reiniciar una temática. En fin, el
llamado para el visionado debe estar dirigido a aquellos fotógrafos que por su
nivel de comprensión del lo fotográfico, sean capaces de presentar sus
propuestas estéticas a través de un portafolio de obra. Para el visionado, el autor
debe tener claras sus intenciones en cuanto a sus posibilidades expresivas; además
de conceptos claros de la elaboración de
trabajo, independientemente de cuál sea el modo de presentación que elija. En
autor debe ser coherente en sus conceptos y sería importante para él, haber cumplido con revisiones previas para construir
un discurso o bien un concepto suficientemente argumentado. Por supuesto que el
corpus no puede ser seccionado, dispersado, reformulado o trasformado sin la
previa autorización del autor por lo que cualquier acción que mutile sus códigos va en detrimento de su
obra.
Como observamos, en el visionado se
exige coherencia técnica, temática y conceptual. Se especifica el nivel de
formación al que está dirigido el evento así como el Curriculum Vitae de quienes tienen a su cargo el visionado, La
duración mínima del intercambio es de 20 minutos y la máxima de 30. Se indica
la finalidad del visionado en cuanto a difusión, exhibición, catalogación y
muestreo y en la mayoría de los casos se indica con anticipación los costos,
contactos, horarios, sorteos, entre otros factores importantes. Siempre se
recomienda al final del evento el intercambio de ideas y argumentos de las
distintas decisiones en cuanto a la
selección o muestreo en el grupo de visionadores.
En conclusión
Podemos afirmar que la revisión es formativa; el visionado, evaluativo;
de tal modo que la revisión se da en el plano de la formación académica así
como en las etapas de proyectos y trabajos en ejecución, mientras que el
visionado se da en plano profesional sobre portafolios que ya están culminados. En la revisión desde su carácter de propuesta
de cambio y adecuación se hace más pertinente la presentación virtual dados los
costos que ocasiona el material impreso sin ser definitivo. En la revisión, por
su carácter evaluativo y o didáctico el corpus puede ser desmembrable. Por su parte, el visionado se realiza sobre un conjunto de obras que
intencionalmente expresan un mensaje a fin de ser exhibido, editado, difundido,
premiado, vendido, subastado, confrontado o catalogado. Podemos pensar entonces que un visionado es el cierre
de varias revisiones.
Es obvio que con la difusión de estos eventos
en las redes y la masificación de las actividades se ha desarrollado un mercado
de visionados y revisiones que constituyen verdaderas estafas para quien no
tome las previsiones de investigar los perfiles y las capacidades de quien
tiene a su cargo cualquiera de las dos actividades. Demás está decir que en el
caso de visionado existen especialistas por temas, técnicas, géneros y hasta en
áreas geográficas lo que hace que el aspirante deba estudiar muy bien la
pertinencia de su portafolio en las convocatorias.
En Latinoamérica se usan
indistintamente los términos revisión y visionado; incluso, en algunos casos,
se utiliza el primero para denominar el acto de recepción y selección vía web
y, el segundo, para la acción de intercambiar opiniones en torno a las
imágenes.
Es una condición tácita que quien visiona o
revisa tiene las credenciales académicas o de experiencia suficientes para
evaluar técnica, estética y conceptualmente el corpus presentado en el marco de
los caminos que ha tomado la fotografia respecto a su posición en el mundo del
arte contemporáneo, ya sea desde lo objetual, lo conceptual, y otras
derivaciones del lenguaje fotográfico. Quien asume el rol de visionar ve la
fotografia como un hecho cultural, como un medio de comunicación, una forma de
expresión que va más allá de los canales, procesos y tendencias. Es alguien
abierto a todas las manifestaciones fotográficas, desde la reinterpretación de
los procesos iniciales tales como la daguerrotipia hasta las que van en vía de
la tecnología de punta en los Smartphone, desde los que ven en la estenopeica una herramienta hasta los que
hacen del land art, el performance o el tableau vivant maneras de armar sus discursos. Alguien capaz
de disfrutar desde la pureza de la plata en gelatina hasta las instalaciones.
Alguien que, independientemente de su edad, pueda comprender los distintos
movimientos estéticos por los que ha pasado la fotografia y, sobre todo, los
que en este momento vivimos. Como puede verse, el nivel de quien tiene a su
cargo el visionado, implica también un costo en honorarios profesionales que
muchas veces en un alto porcentaje, es
asumido por las instituciones.
(Nota)
En lo que sí parece haber un acuerdo
tácito es que el término visionado no se utiliza para la presentación de
portafolios de artes en general sino sólo aquellos que se enmarcan en
representaciones relacionadas con el cine, la televisión o el video; para el
resto, se utiliza el término revisión en cuanto a portafolio del artista se
refiere.
Referencias
Bullock y Hawk (2000) lo que define un portafolio son cuatro
componentes básicos:
Corominas, E. (2000). “¿Entramos en la era portafolios?”. Bordón,
52 (4), 509- 521
Rodríguez Espinar, S. (1997). “El portafolios ¿modelo de evaluación o
simple historial del alumno?”. En H. Salmerón (coord.), Diagnosticar en
Educación (pp. 183-199). Granada: FETE-UGT.;
Gairín Sállán, Joaquín (et al) Nuevas funciones de la
evaluación. Conocimiento Educativo. Serie: Aula Permanente. España: Ministerio
de Educación, 2009.
Ibarra, M.S.
(1997). “El portafolio como estrategia de diagnóstico en Secundaria”. En H.
Salmerón (coord.), Diagnosticar en Educación. Granada: FETE-UGT.
Mateo, Joan. Medición y evaluación
educativa. España: La Muralla, 2008.
Padilla Carmona, María Teresa. Técnicas e instrumentos para el
diagnóstico y la evaluación educativa. Madrid: CCS, 2002.
Val Klenowski. Maira Solé. Reseña de "Desarrollo de portafolios para
el aprendizaje y la evaluación" de ;
Educere 2009 .
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