Fotografia de Francisco Arteaga tomada del muro de Esso Alvarez |
Wilson
Prada
La aventura
La GAN se levanta como un templo en una de esas
películas enmarcadas después de la destrucción del mundo. Sus alrededores
semejan un campo de batalla, un área de supervivencia. Enseguida me asalta la
idea de iniciar algún ensayo en torno a
la involución que rodea los espacios de la cultura en una ciudad
venida a menos; una metrópoli en la que los toldos haraposos de los tarantines
y las losas de concreto de un no sé qué inacabado que rodean sus espacios de
arte me confrontan con la idea de la ciudad estuche de Virilio; sin embargo,
hay algo excitante en el riesgo de adentrarse en este sector en el que los ojos
pintados sobre las edificaciones son fieles testigos de la decadencia..
Fui seducido por la poética de la imagen y el compromiso social de la fotografia… desde entonces he sido cazador y presa a la vez.
Esso Álvarez
Zona V
Confieso que, aun cuando las veo en
solitario, nunca voy solo a las exposiciones. A cada muestra a la que asisto
como espectador-lector invito a algunos
allegados de buena formación
fotográfica para asegurar la tertulia al final del día. Tal vez por este trabajo
de escribir me gusta acercarme calladamente
a los grupos y escuchar sus versiones de lo visto, sus dudas y reacciones que
luego convierto en insumos para mis pensamientos. Sí, así es mi manera de hacerlo; una vez que he atrapado mi
goce desde lo sensible, doy paso al disfrute de lo teorético: converso lejos de
la muestra con mis acompañantes para no alterar las lecturas de los visitantes
y exponemos nuestros argumentos desde varios angulos teóricos. Disfruto el hecho de encontrar en ellos una mirada más
genuina, una que contrapongo a mis lecturas a veces anecdóticas por el hecho de conocer a una
gran mayoría de los fotógrafos nacionales. En esta fase, el café se hace parte de la
reafirmación o la contrariedad al escuchar al otro; por ello, nunca escribo sin
esa tertulia en la que encuentro el
comentario de cierre.
A decir verdad, y dada la predisposición de la aventura
previa no me esperaba más que una sala
alta como un aporte a esa estética del poder a la que asistiría. Pensé de hecho, por
la cantidad de fotos previas que había visto en la red en el proceso de montaje, que todo culminaría con un gigantesco
muro que me obligaría a ver de un sólo golpe esa acumulación de imágenes. En algún
momento pensé que serían demasiadas
lecturas o que no alcanzaría a digerirla en las escasas tres horas que tenía a
la disposición para visitarla, inclusive cruzó por mi mente darle un primer paseíllo para
luego entrar al análisis en una siguiente visita, pues, tiendo a embotarme con
rapidez de las exhibiciones ante la cantidad de fotografías que albergo cuando
mi ojo está en modo crítico.
Me gusta ese ejercicio imaginativo de
inventarme soluciones museográficas a aquello que conozco de miradas planas en
mesas o monitores y disfruto de ver qué tan distinto es todo en la realidad de las salas cuando ello queda en manos profesionales; así descubro muchas
respuestas a un mismo planteamiento.
La estética del poder 1980-2013 de Esso Alvarez, vista en la
sala, es una selva de opiniones visuales en la que lo simbólico ha hecho su
morada. Es un laberinto que recuerda las epifanías de Gasparini, Un laberinto que huele a historia; no sólo por
el pasado que representan las imágenes, sino porque la muestra está en gerundio, "escribiendo" otra para este momento de la fotografía nacional en el que
importantes museos están llenos de
planteamientos estéticamente extemporáneos. Digamos que es un momento en el que muchas salas se prestan a un ejercicio de "Paleontología fotográfica" en el que
extrañamente, casi todo lo excavado tiene
fecha del siglo XXI, pero ha sido realizado por autores jovenes que son presentados como
soportes de la nueva generación aun cuando pueden ser ubicados estética, técnica y
evolutivamente en los lejanos 60´ del siglo
pasado.
En este preocupante contexto, ver una muestra de
carácter antológico como la de Esso Álvarez pretende colocar las cosas en su
lugar y mostrar a un fotógrafo que asume responsabilidades con sus distintos
momentos históricos con una interesante adaptacion a nuevos lenguajes al final de su exhibicion. que además da claras muestras de respeto por el producto final de su
trabajo (algo que parece extraño a gran parte de los nuevos creadores) Los 27 portafolios que conforman la muestra ademas de cuatro premios Luis
Felipe Toro en distintas categorías, representan la capacidad ensayística de
este autor que va desde la pauta de un
medio impreso hasta la vivencia, desde
lo público hasta lo íntimo, desde lo cercano a la obra del otro hasta lo
sentido de la obra propia.
Zona
VII
Recorrer esta
sala me confronta allí, in situ, con lo ya vivido. Casi todos estos personajes
respiran desde el borde de sus marcos negros una atmósfera que no es la misma que
yo respiro; sin embargo, mi memoria dialoga con sus cabellos oscuros. Así los
conocí en aquellos años. Poetas, fotógrafos, artistas, gobernantes, grupos de
juego; todo un poder en cada entorno. Esso Álvarez nos muestra la interesante dinámica entre el poder político
y el poder del estado, entre el poder de los medios y el del pensamiento, el de
la sociedad civil y el de la cultura. aqui los vemos como poderes necesariamente enlazados y
vinculados dentro de la normalidad de un país de decisiones independientes. Pero
también se lee fuera del marco cómo la amalgama, la dependencia o el
sometimiento de uno de ellos por el otro es un fenómeno que, como en la lucha
por la vida, termina defectuoso y muere. Esto es, a mi juicio, un discurso
subyacente en la exposición.
Como era de
esperarse, en todo el recorrido se siente la influencia de importantes fotógrafos
que marcaron la memoria visual de Alvarez; fotógrafos que se convierten en origen,
no en fin ni en objetivo. Visiones que produjeron en él una manera de mirar
bien definida: lo irónico, lo paradójico, la huida de lo simple para acogerse en
lo compositivo siempre enmarcado en una respetuosa escala de grises con
tendencia a la parte baja de la curva (típico de los autores que le
influenciaron), Allí está la mirada
siempre cargada de símbolos de Kertez, la
respuesta de acción inmediata de Gasparini o la visión de la calle y el espacio
siempre certera y pausada de Grandal o
Scotto, de Koudelka o Winogrand, de Frank o Burrí. Ante estas presencias me planteo que
un autor es la suma de miles de otros ojos que se han convertido en su forma de
ver el mundo; dicho esto, creo que un autor culto obtura siempre en la complejidad de lo simbólico; Por
lo tanto, tiene la capacidad de ir más allá del registro y
culminar en la opinión y en el argumento, en pocas palabras, culmina en la construcción de una estética determinada; por eso, y a contrapelo con la relevancia que
se le otorga al proceso tecnico en el texto de catálogo, asumo que esta exhibición
demuestra que más allá de los procesos está el artista que le da vida a la
imagen. A mi parecer, no es el grano ni
el pixel lo que determina la fuerza de estas imágenes, ni es la plata o la tinta
lo que comunica más allá de los pequeños detalles; por el contrario, es la fuerza del mensaje lo que engancha al
lector; es el tenue acercamiento a la piel desnuda; el asombro ante la
metamorfosis; es la mano enguantada del niño del 23 que diluye su identidad y
que sueña la gloria, contrapuesta a la
mirada decidida del otro que con su arma sueña el poder de la fuerza; es el espacio de Cristo que visita al sin cuerpo y la ancha espalda del poder de Castro. Es la duplicidad identitaria de
iconos históricos en repúblicas visualmente enfrentadas; la energía de Cap y su alter ego en un Chavez hecho espejo
histórico: uno de espaldas al globo, otro poseído en la euforia. Uno con el
poder a tres manos, otro con el poder
absoluto.
Ante la búsqueda de respuestas
de esta visita, surge mi primera anotación: Estar allí, ante el personaje indicado en el
momento indicado, es parte de un
ejercicio del poder que tiene quien ejerce la fotografía. El poder del
fotógrafo está en controlar de algún modo, la forma en que se establece o
desintegra, según sea el caso, el nexo
entre sociedad y su representante. Es el fotógrafo quien suplanta la vivencia del espectador común e impone su mirada de la realidad una vez convertido en el
ojo- cuadrícula o una vez transformado en el ojo intencionado que, dado su nivel de cultura, puede
afectar al lider a través del manejo simbólico.
Las huellas visuales acumulan intenciones, gestos, rostros,
texturas, acciones que de a poco conforman una estética determinada. Luego, en
una segunda anotación, me afirmo que es el fotógrafo quien inicia la escalada de
mitos del poder del hombre-político, del hombre-partido; pues, entre todos los
que generan la historia, es ese ojo intencionado, al fin y al cabo, el que
juega a la existencia del otro, es él quien inscribe en la memoria colectiva la
forma en que el otro será parte del recuerdo; de allí, lo inútil de su
ingenuidad, lo estéril de su ausencia crítica o lo peligroso de su
indiferencia; entonces, no basta con lograr ese acercamiento con importantes imágenes si en la exposición
al receptor se destruyen los adjetivos que le dan vida al discurso; por ello, el
apoyo de un curador como Félix Hernández y de un museógrafo como Daniel
Hernández fundamentados a su vez en el trabajo de
maestros laboratoristas e impresores como Abel Naim, Araceli Cortés, Leizer Olivera
y Henry Núñez cierra el círculo de aciertos en las decisiones de “la estética
el poder 1983-2013”
Definitivamente la estética del poder
es una de esas “muestra-escuela” donde lo autoral, lo curatorial y lo
museográfico convergen acertadamente para la comprensión de una manera de ver
la historia.
.
Zona III
Al salir de la GAN vuelvo a la
tierra. He allí la otra realidad: no la interpretada por Esso Álvarez en el
espacio sino la denotativamente vívida del lugar. No está demás decir que
ambas realidades dialogan para hacernos pensar que aquella estética del poder y esta desolación se enlazan en una visión de
causa y efecto.
En cuanto a la lectura total de la muestra sólo un detalle se negó a mi forma de leer y, aun ahora, al
estar escribiendo esta nota sigo sin
comprender el lugar del conjunto “mal de origen” en el contexto; sin embargo,
esta tachadura es irrelevante ante los aciertos.
¿Será esta visión que
expongo de La estética del poder 1980-2013 alimento para el ego del artista que bien sabe
hacer de ello el tema de su performance? pues, no es mi papel juzgar su
convicción de obra caminante o de su ego hecho discurso. Básicamente, me remito a las imágenes y a su
importancia en nuestra vida fotográfica; sin embargo, estoy convencido de que de
no ser por esa actitud que Alvarez tiene ante la vida, no hubiese estado en el lugar y en el
momento oportuno para disparar. Allí surge mi tercera notación: Tener conciencia
de ello, sólo es posible al entender la importancia del hecho fotográfico en la
construcción de la historia de la humanidad
y su innegable fuerza de cambio. Para cualquier fotógrafo, tener conciencia de
ello, es comprender que el gatillo de la
identidad del líder está bajo la tensión de un dedo índice que responde con la
obturación a un acto consciente, un acto intencionado. Ese disparo produce la memoria de un poder que construye y
devora al mismo tiempo. Ese disparo es la opinión de un autor que es cazador y
presa al mismo tiempo.
P.S.
Esta exhibición es un gran muro para
el futuro del autor, pues, este
también es presa de la altura de la vara que debe rebasar tras cada
muestra, Él está consciente de que es
presa de sí mismo y del poder del crítico que sigilosamente sabe hacia
dónde se mueve; por ello, hacemos seguimiento de las actividades en el marco de
la muestra y, en algunos casos, aun en la distancia, nos sorprende la soberbia
que enmarca algunas respuestas que tanto el curador como el artista ofrecen a
las dudas de quienes como espectadores aspiran profundizar en sus lecturas
iniciales cortando así el flujo de la
retroalimentación.
El
éxito debe ser administrado con cierta humildad para saltar la nueva escala de la
varilla; de lo contrario se da vuelta hacia nosotros y nos punza en los ojos
para retarnos con sólo preguntarnos en unos meses: ¿Y… ahora?
Agradecimiento a Francisco Arteaga por las imágenes
Agradecimiento a Francisco Arteaga por las imágenes
A ver... hago un segundo intento de postear, espero que las ideas sigan ordenadas...
ResponderEliminarI Acto- Del Teresa Carreño a la GAN
En Septiembre pasado tuve la oportunidad de visitar la expo de Esso Álvarez en la GAN, motivada mi visita a Caracas debido a unos compromisos que mi hija tenía en el Teatro Teresa Carreño, así pues, mientras ella estaba ocupada con sus giros, piruetas y saltos, agarré a mi costilla y me la llevé de paseo a la plaza de los Museos donde pudimos compartir en el MBA la mirada de Alexis Pérez-Luna y Leo Álvarez (yo en una segunda mirada) y luego nos lanzamos a la aventura de conquistar la GAN, a unas cuadras de distancia...
Lo descrito por ti en los alrededores de la Galería pues es muy parecido a lo que percibimos nosotros, se denota un abandono enorme de un proyecto cultural de proporciones interesantes y se connota la batalla, el combate y aún más los despojos de un legado que estremece las vísceras, pero eso es tema de otra conversa con alguna bebida espirituosa.
Dentro de la GAN, cambia el ambiente a medida que vamos andando el largo pasillo hacia la entrada del hall, y puedo recordar los codazos que sentí en las costillas y los susurros "seguro que está abierto, es seguro?, etc." , y yo con mi oído sordo y jalando por el brazo a mi costilla a paso de vencedores continúo mi camino, desde el propio acceso principal del recinto hasta la entrada al hall que está como a 50 mts o más del mismo. Una vez ya adentro el arte hace su trabajo y entras en trance, obviamente mi primera parada obligada fue "Poéticas del Horizonte" siempre el "ego" quiere compartir su momento de gloria aunque este sea ínfimo y más con la persona amada, luego nos paseamos por la muestra de los 40 años de la GAN, donde un Michelena demasiado icónico nos golpeó "Miranda en la Carraca", junto a otras obras de Tovar y Tovar y luego al final un Cruz Diez fantástico. Después de este despliegue de magia, subimos las escaleras y entramos ahora sí a "Estética del Poder 1980-2013", con un recibimiento agradable, Rodrigo Benavides estaba en la sala, aunque iba de salida, nos saludamos y me dijo "por ahí está Esso" y me lo señala... nos despedimos, y mi costilla y yo aprovechamos que Esso estaba ocupado y nos lanzamos a la aventura visual...
II Acto- "La Estética del Poder 1980-2013" y su efecto-
ResponderEliminarA ver, retomamos desde donde lo dejé...
El viaje para mí fue un flashback a mi infancia y mi adolescencia, donde no podía comprender del todo algunos aspectos de la vida política del país, por supuesto los nombres son familiares, los rostros también, pero la certidumbre de lo sucedido en ese momento no llegó hasta que pude viajar gracias a Esso al pasado. Recordar el ambiente familiar con la crisis del viernes negro, el optimismo ante la victoria de Lusinchi y como el país se esperanzaba en salir de la crisis, la locura del Caracazo y como unos pocos días se sintieron como años mientras los sucesos acaecían, el juicio político a Carlos Andrés Pérez y como sumando y sumando vas armando un rompecabezas que establece el como y por qué llegamos a donde estamos hoy y entender que falta todavía un trecho muy largo para hacer que las cosas se encaucen de nuevo hacia ese país que también echamos de menos durante ese tiempo, el que erigió las torres de Parque Central y el Teatro Teresa Carreño entre otras obras.
Me queda el análisis que Esso nos deja a nuestra propia reflexión, pero también me queda la crítica que el propio autor hace a la más reciente estructura política de nuestra nación, filtrando imágenes dentro de las distintas "tipologías" que rompían el flujo del discurso a manera de paréntesis, donde colaba alguna imagen simbólica, irónica, cargada de sarcasmo, que contrapone la narrativa y deja entrever las fisuras de nuestra actualidad política. Definitivamente, la reflexión después de ver la muestra es inevitable, creo que Esso logró algo sumamente importante en al menos dos espectadores, Transportarnos a modo de terapia hipnótica al pasado de nuestras vidas, refrescándonos la memoria y dejándonos en paz con la consciencia tipo tratamiento con "Brian Weiss".
Concuerdo con el trabajo museográfico, está muy bien establecido, armando bloques temporales y temáticos cuyo discurso se hace coherente en su mayoría, aunque, hay un par de bloques que se me supusieron más personales y supongo que por ello estaban al final de la sala un poco alejados del resto del contexto de la muestra, y creo aportan un descanso a la locura política que de observa en el resto de las paredes.
Obviamente al terminar el paseo visual, fuimos a presentarnos con Esso, quien se me hizo una persona muy afable, e inmediatamente se me puso a la orden para pasearse por Margarita, palabra que le tomé y que llevaré a su concreción en su momento adecuado.
Para terminar no podemos olvidar el golpe de realidad al salir de la GAN, solo que esta vez, luego de ver la muestra "La Estética del Poder 1980-2013" empieza un acoplamiento de ideas que te llevan a establecer causas y consecuencias y como las decisiones equivocadas de todos quienes hemos sido partícipe de la vida democrática del país, de una u otra forma generan nuestra carga de responsabilidad en lo que estamos viviendo hoy, por ello, gracias Esso.