DOS MIRADAS DE
TUNICK EN BOGOTA
¿Viste? !Esa soy yo! -afirma una joven a la vez que señala con su índice hacia el
lateral izquierdo de una de las imágenes- ¡Allá está Graciela! Este que está
de lado es Jairo. Allí nos decía en voz baja que el frío lo estaba matando.
El público se mueve lentamente hacia el fondo; mientras, otro grupo de
visitantes que regresan del Museo Nacional comparten la experiencia de sus primeros pasos en la desnudez colectiva.
Uno que otro observa en los grupos fotografiados llevando
en su mano un sobre muy bien elaborado que contiene la fotografía del sector en
el que aparece.
El Museo de Arte Moderno de Bogotá sirve de recinto a la acción identificadora y, basada en ella, una buena parte del público va a reconocerse en la imagen y hace alarde de su atrevimiento a la vez que intenta ver quienes más de sus amigos forman parte de la imagen .
El Museo de Arte Moderno de Bogotá sirve de recinto a la acción identificadora y, basada en ella, una buena parte del público va a reconocerse en la imagen y hace alarde de su atrevimiento a la vez que intenta ver quienes más de sus amigos forman parte de la imagen .
Zona VII
las lecturas del cuerpo y el espacio urbano
Nueve imágenes conforman la muestra del neoyorquino Spencer Tunick en el
MAMBO, todas en
formato 127 x 101 cm. e impresas en
color con tintas de conservación. En la sala,
cada una de las obras nos invita a establecer una relación con el espacio y el cuerpo desnudo, un
cuerpo socialmente indefinido, sin movimiento; la diferencia es sólo
fenotípica: ya no hay estratos, ya no clases ni diferencias de intelecto y
cultura; sólo es el cuerpo, la piel lo
que los iguala en un mensaje de identidad y diálogo con la sólida masa de los
iconos arquitectónicos de la ciudad.
Tunick, muestra la representación de una identidad citadina que dialoga con una identidad natural; una identidad compartida y territorializada en un ámbito socialmente controlado a través de una suerte de permiso de juego en un patio cercado en el que se pretende controlar hasta el mas mínimo detalle; aun así, la naturaleza lúdica del proyecto permite drenar la presión de tener que ser distinto para encajar socialmente. Este cuerpo global, está masa hermosa, niega el mercadeo físico, la sensualidad y el erotismo, tal vez por ello la envidia se minimiza ante el idéntico valor de ser célula de este cuerpo nuevo.
El autor compone en su trabajo una
escultura cuya textura de puzzle es afianzada por la inmovilidad de una masa
biológica, una masa que muta de célula a individuo gigantesco y hermafrodita. En este nuevo ser, las formas se anulan por el corto instante de su vida como ente que pasa de estar compuesto de cuerpos hechos a medida del mercado y del
poder político, a ser formas hechas a medida del mercado y del poder del arte (poderes y mercados que cual siameses permanecen unidos a voluntad
y conveniencia).
El encuentro para el performance
nos indica que, por fortuna, el cuerpo ha
perdido su carácter de vehículo del alma que dominó gran parte de la
historia humana para convertirse ahora en un supuesto cuerpo controlado individualmente, uno capaz de convertirse en masa moldeable, vendible, alquilable y que deviene en premio,
cascajo, detritus de guerra, propiedad transferible a vencedor. Él cuerpo se
convierte en trofeo pero, sobre todo, en sujeto fotografiable porque la
inmortalidad colectiva es más humana. Es
una inmortalidad que como uniformidad en el espacio urbano, desdibuja la
individualidad corporal y construye la forma que invocará la noción de locus que, según Geoffrey (1995) supone el
reconocimiento y expresión del espíritu de un lugar en particular del paisaje
del hombre.
La experiencia artística de Tunick en
el paisaje urbano dispone del lugar de una manera particular para otorgarle esa
vitalidad necesaria para dinamizar su historia y afectar el Genius loci. su obra permite relacionar la arquitectura y el
urbanismo con la historia de un sitio determinado para convertirlo en la
herencia viva como propuesta. Tunick no
fotografía la ciudad como registro para un banco de memoria apegado a una
supuesta pero necesaria objetividad; por el contrario, lo hace en la ciudad con intenciones de opinar
en torno a ella de manera consciente y nunca inocente; luego, actúa en la
resignificación del espacio para generar nuevas lecturas.
La importante propuesta de Tunick como performance (tal como lo define
en el caso de su serie Naket ardrif ha otorgado a miles de personas en el mundo
un espacio y un momento para lucir su desnudez con orgullo y dignidad. Una
oportunidad que da paso a una razón primitiva de volver al inicio de nuestra
existencia como especie. Tunick pretende dar un rostro único de nación, de
libertad y cobijo en el paisaje urbano."
Bien vale la pena recordar que los fines de esta actividad de arte de
acción fueron previamente explicados en rueda de prensa por parte de la Directora
del Mambo a la vez que se repite en los vídeos que permiten un mayor acercamiento
a la actividad y a su relación con el reencuentro, el perdón y la paz posterior a un plebiscito cuyo resultado todos conocemos.
Zona V La lectura del espacio
Conociendo las imágenes de su visitas anteriores a Latinoamérica y una
vez plantado frente a las obras hechas en Colombia y expuestas en la sala del MAMBO puedo
decir que sus fotografías no hacen de la piel su centro de atención, la desnudez
es un punto a tratar sobre una imagen que invita a contemplar el espacio en el
que los cuerpos se convierten en texturas. Puedo argumentar mi afirmación en una
aproximación al paisaje (Voglar, 2007) que nos lleva a considerar algunas
características como recorrido visual, la profundidad de campo, el punto de vista a
plomo o, en la mayoría de los casos, en picado. La inmovilidad, la identificación,
el sosiego, entre otras manifestaciones relacionadas con la mirada amplia es generadora de una seguridad primitiva. Basados en estas afirmaciones, diríamos que Spencer Tunick no es un
fotógrafo del desnudo, sino un artista que se expresa en el paisaje en el que los cuerpos generan en el plano
morfológico, el ritmo, las texturas y la escala para, como él mismo lo dice,
construir esculturas al tiempo que ejecuta su performance.
Zona III las lecturas del contexto y el compromiso
Pero, ¿Qué hay más allá de lo
fotográfico?, en esta oportunidad lo social tiene mucha más importancia qué las
imágenes presentadas en la sala y en las
que el foco y las impresiones nos dejan con algo de vacío. Sabemos que este desliz, aunado a la ausencia de guía de visita y
cédulas, no permiten al lector algunos datos de interés para la comprensión
de los espacios, afectando así las condiciones recepción y comprensión de las obras que parecen más
bien entregas de cumplimiento para con el cronograma institucional. Sabemos que la relación con los iconos de la ciudad le da
una ubicación al espectador nacional mas no así a espectador extranjero que
disfruta de la cultura de la ciudad. Estos pequeños detalles del montaje en la
sala nos llevan a preguntarnos en torno a la maduración del proyecto y a la optimización de recursos que tuvo
está exposición patrocinada por Johnny Walker.
Por otra parte y ya relacionando la actividad
y su contexto creo que pasar
de lo estrictamente estético a lo sociológico es pensar que la estética no
responde a acciones sociales y viceversa. El autor en estas fotografías, al igual que en obras anteriores ha
manifestado su negativa a tomar una posición política tal como lo afirmó en una
entrevista en Caracas en 2006 al decir: ”yo no confronto situaciones políticas.
Mi trabajo es con los cuerpos desnudos y allí están los significados y el valor
del mensaje que quiero destacar” sin embargo, notamos la coincidencia con la
necesidad mediática de libertad y consenso nacional. (Tal fue el caso de la
convocatoria en Caracas 2006 en el marco del Foro Social Mundial en un momento
bastante crítico y de gran polarización ciudadana y ahora en el de Bogotá en el
marco de la discusión del tratado de paz.) El performance de Tunick como toda importante propuesta estética tiene una
lectura política.
Venezuela |
Toda intervención del espacio
urbano con intenciones de su resignificación y sus huellas históricas
tiene una lectura política. Acaso no es un mensaje intencionado todo
evento masivo sea huelga, espectáculo, performance, concentración, denuncia o
rebelión, desplazamiento o refugio? ¿No
es cada uno de ellos la respuesta a contrariar un orden cotidiano? nos preguntamos: ¿se convierte el autor en
gancho de la dirección de la mirada internacional en
países con necesidad de exposición mediática?
Zona IV La visión latina
A mi entender, el autor nos muestra una Colombia un tanto sesgada en cuanto a su relación multirracial: basta ver como la relación de tonos de piel tan evidente en nuestras capitales latinas termina escasamente representada en las imágenes que se convierte casi en una negación por lo que la premisa de igualdad no se siente tan sólida en su propuesta.
Chile |
Por supuesto que, sin hacer de este importante aspecto un punto de tensión que nos
lleve al rechazo, podemos decir que en
la versión latinoamericana, se muestra el
desgaste de la propuesta de Tunick que parece estar enfocada con el pasar de
los años a establecer records de asistencia sin mayores objetivos desde lo artístico, y específicamente desde lo
fotográfico como medio expresivo por lo que, en casos como Sao Paulo,
Caracas, Buenos Aires o Santiago, presentan
esquemas de composición simples y repetidos. Ciertamente, hay un desgaste respecto a Latinoamérica a lo largo de los últimos 10
años de actividad performativa, pues ella contrasta de manera notable con sus trabajos
realizados en Europa. Basta observar con detenimiento sus maravillosas piezas
producidas en Neuchatel Suiza, Múnich,
Alemania o Hull en Gran Bretaña (este último
por cierto realizado a pocos días de su performance bogotano). Este doble tratamiento se me antoja
interesante para otras líneas en torno a la obra de Spencer Tunick que pudiéramos discutir mas adelante.
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