domingo, 30 de junio de 2019

Ojos que no ven: un libro para ver más allá de la ceguera

por @wilsonprada

El punto ciego es un espejo donde se mira  a sí mismo el ojo*

A Paz Errázuriz la conocí en la Bienal de la Habana en el año de 1994, han pasado 25 años desde una breve conversación con ella que cambió mi manera de ver la fotografía. A través de sus “realidades fragmentadas” descubrí que el fotógrafo no solo asume riesgos ante la realidad de la calle sino ante las reflexiones en torno al futuro de la fotografía. años más tarde, en 2015, llegó de nuevo a mi memoria al ver una de sus imágenes como portada del catálogo de photoespaña y hoy, Santiago de Chile me da la sorpresa de verla de nuevo, presentando junto  Jorge Díaz  el libro ojos que no ven. ¿Un libro para no ser visto? ¿Un texto que acompaña la oscuridad de la imagen sin destino?

En la fotografía siempre hay un más allá que no vemos aun siendo videntes y es allí donde habitan las evocaciones. Hoy, mientras reviso las imágenes que acompañan este texto, vuelvo a la reflexión respecto a la ceguera como punto de partida para un libro de fotografía:


             Fue el miércoles 19 de junio. Ese día, los espacios del Centro Cultural de España se hicieron pequeños para la asistencia a la actividad que dio inicio con el video ojos textuales de Carolina Tironi afianzado en el poema defensa contra la ceguera de Lorenzo Morales y seguido de las lecturas de la curadora Maríairis Flores, el oftalmólogo e investigador Patricio Bustamante, las palabras de agradecimiento del biólogo y activista  Jorge Díaz y de la fotógrafa Paz Errázuriz.
 
          
        Las respuestas a mis preguntas llegaron de inmediato, los argumentos planteados por los responsables del proyecto nos llevan a la reflexión en cuanto a la inexistencia de esa oscuridad que hemos adoptada hacia los no videntes. “Sí, es un libro para invidentes” - nos dice Maríairis Flores - “un libro para activar la reflexión hacia la ceguera como una realidad encarnada… como una metáfora…la ceguera como experiencia de vida ante una sociedad oculocentrica” y al mismo tiempo se interroga: ¿son los ojos el único camino para llegar a la imagen?


          Por su parte Patricio Bustamante nos afirma desde su intervención: “Las nuevas tecnologías hacen una apología de la vista, el ojo y la memoria… lo táctil y auditivo se ha desdibujado… los ojos y la justicia deben unirse para el encuentro de la verdad”


           En este libro patrocinado por FONDART 2018, diseñado por Vicente Vargas y cuya exposición se lleva a cabo en los espacios D21 proyectos de arte en Providencia desde el 27 de junio, transita desde lo científico hasta la hermosa metáfora de la fotografía, así recoge, entre otras imágenes, las experiencias visuales que la fotógrafa guardaba en sus archivos desde finales de los 60 y que, tal como ella afirma, son producto de una mirada que resume sus propios temores.

           Los textos de Jorge Díaz se mezclan recogiendo crónicas, testimonios, poesía y riesgo como le corresponde a quien, desde su activismo, entiende lo trascendente de la resistencia  ante una oscuridad impuesta.










   *extracto del poema Piero Montebruno leído por Paz Errázuriz
Agradecido por la grata compañía de Patricia Mraffko, Gabriel Rincón  

lunes, 3 de junio de 2019

MARTIN PARR-. UN SOUVENIR EN LA GALERÍA MIGUEL URRUTIA DE BOGOTÁ


Por @wilsonprada




No me alegra la pose, la sociedad es una patada en el trasero. 
                                                                                                       Martin Parr
   
       A principios de este mes de junio estuve  nuevamente en Bogotá y,como cada año, me reencontré con el Museo de arte Miguel Urrutia (MAMU) en la sede del Banco República, institución que una vez más nos acerca un fotógrafo icónico. En este caso se trata de  Martín Parr (Inglaterra,1952). Todas las salas dedicadas a la transformación del color en la fotografía inglesa y sus repercusiones sobre la fotografía documental. 
       
         
       
     
          Para Este fotógrafo inglés, la gente es el objeto, la gente es la vida, el consumismo es el tema, el tras bastidores del mercadeo es lo que subyace en su obra  influenciada por su compañero y mentor Tony Ray-Jones. Tanto su tema como su estilo, su consistencia y sus decisiones visuales permiten hacer de él un fotógrafo muy influyente e las nuevas generaciones.

Brighton beach, 1966 Tony Ray-Jones.

         En este marco, Parr  se plantea la lucha entre la imagen perfecta y la imagen imperfecta, entre La buena y la mala fotografía. Este conflicto, cuyos limites subjetivos alimentan interminables polémicas, lo persigue y lo enfrenta aun dentro de la agencia Magnum a la que ingresa en 1993 y en la que empezó a dar un giro interesante a lo documental que viene a ponerse de manifiesto con el ingreso de Cristina de Middel en 2017 a quien conocemos como una fotógrafa que toca la ficción.


      II
          El autor convierte el objeto en grito, se separa de la búsqueda de una técnica acabada y presenta su obra fuera de las convenciones usando distintas tecnologías de impresión y reproducción  por lo que utiliza desde la fotocopiadora como elemento de consumo masivo, hasta la inyección de tinta pasando por los procesos tradicionales de copiado a color.

           Tal vez el algunos visitantes ven un desorden, y un conjunto de imágenes  anodinas, mientras que el lector (ese que es capaz de mirar y establecer los patrones en la obra), descubre la solidez de la  educación visual del autor y de sus argumentos fotográficos. El autor compone de manera cuidadosa y cada portafolio es un abordaje distinto, así podemos ver "México" con una mirada totalmente frontal mientras que en "Dance" las imágenes están tomadas con un pequeño contra-picado desde la esquina inferior derecha; mientras que en "souvenirs" la toma en primer plano, centrando la atención en el objeto y su consumo. Las obras expuestas tienen en común la naturaleza efímera de lo fotografiado como consumibles, ya estén estos como ocupante de un espacio en el que esperan ser digeridos o sobre un cuerpo que nos los muestra como costosa posesión. En la obra de este fotógrafo todos consumen independientemente de sus rituales de clase para hacerlo, por ello, al ver  con detenimiento la muestra completa nos encontramos con alguien coherente desde el acto fotográfico hasta en la acción de la escogencia posterior y la preparación de sus portafolios.

           Sus autorretratos van desde Alemania, la India, Singapur, Italia abarcan desde 1991 hasta el 2016. Una bitácora de viaje, una colección presentada con marcos distintos que, dentro del conjunto, generan una especificidad para cada  pieza. A pesar de estar presentada de manera "azarosa" cada imagen tiene su propio espacio, su propio tiempo, su propio marco, su propia identidad dentro del grupo.

           Esta exhibicion es  un grito al oído y a la vista, una estética que burla el engaño de la fotografía de turismo. Portafolios tales como "Life is bigger" "Big Break", "The cost of living"  nos hacen pesar,  que detrás de la cortina del anti catálogo de turismo, las clases sociales se convierten en  objeto de su mirada incisiva  por lo que (parafraseando al autor) todos somos representación de lo banal. Parte de lo interesante de ver a Martin Parr es que sus imágenes parecen hechas el mismo día no son efímeras, no son atemporales, por el contrario, cada vez se parecen más a las imágenes de redes o tal vez las de las redes se parecen a estas.

          
      III

           Como muchos de los importantes fotógrafos en nuestra era, este artista inició su formación en la familia  y ello lo motivó a buscar la formalidad desde las aulas; no obstante, entrar a la escuela implica una disciplina, una continua y creciente complejidad que, con el tiempo, va creando en el alumno una necesaria problematización del entorno. Es en esta etapa cuando los que verdaderamente ven en la fotografía una manera importante de expresarse, encuentran que hay algo en ese espacio que no responde a la dinámica de la escuela. Este fotógrafo inglés es una muestra de ello.

          Su niñez y adolescencia estuvo envuelta en fotos, rodeada de colecciones, claves taxonómicas  de determinación de aves, catálogos entre otras otras propias de la formación científica de sus padres. Tal vez, ello modeló su mentalidad de archivo así como su capacidad para la organización.

         La repetición del esquema de aula lo llevó a los 20 años a enfrentar su propia búsqueda: una decisión que diez años antes o diez años después  pudo haber sido considerado como un acto de soberbia; no obstante, la efervescencia de los cambios en la Inglaterra de los 70  pudo considerarse  como una aceptación de su entorno, un desencanto de la estética imperante y una necesidad de ser protagonista de los cambios en el contexto del consumo. Quizás algunos piensen que  el autor pudo haberse mantenido con una visión distante y tangencial a estos movimientos pero eso no es  posible para alguien que comenzaba a conformar y estudiar una de las colecciones más importantes de  publicaciones de trabajos fotográficos, su cultura visual superaba entonces con creces a mucho de otros fotógrafos de su entorno.  
         

         La problematización de la temporalidad de la imagen de algún modo tocada por Bresson en 1953 con su planteamiento del momento decisivo, produjo una importante influencia en las rupturas  estéticas compartidas por Robert Frank, Edward Rusha, Gary Winogrand a traves de un documentalismo social sostenido en la escala de grises, así como las propuestas de William Eggleston, Joel Meyerowitz, o Jeff Wall; autores que asumen el color  como técnica de gran potencialidad expresiva aportando así al  desmontaje de la estética imperante. Este era un enfoque más cercano a la cotidianidad, una fotografía que rayaba en lo amateur como respuesta a una reglamentación de la composición que, en las escuelas de fotografía, estaba profundamente ancladas en la estética modernista. La interacción en el marco de esta antifotografía ampliamente expresada  por este grupo de autores, fue el caldo de cultivo de las  respuestas visuales  de un fotógrafo como Martin Parr quien ya en 1974 mostraba su primera individual.




          Parr dejó de buscar la gloria que aseguraban  las escuelas de la modernidad y decide aprender a ver la realidad colorida, veloz, desconectada. Los objetos que atrapa en sus negativos ordinarios  parecen humanizarse y buscar ser vistos por encima del resto. se convierten en protagonistas sometiendo la atención del consumidor, sin embargo, desde la mirada de lector volvemos a consumirlos sobre la copia hecha obra, sus fotografías se muestran a veces grotescas otras veces  sublimes, pero siempre cotidianos, cercanos a nuestras experiencias personales. La única diferencia con esa cotidianidad es la ausencia de sus sombras, la percepción de su bidimensionalidad impuesta por el uso constante de su  flash de anillo como luz agregada.

      


       En fin, Martín Parr ve su propio espacio, entiende su momento histórico y lo asume, no sólo desde lo técnico y lo expresivo, sino también desde lo discursivo, en Souvenir nada responde al azar, por el contrario, responde a  una obsesión de ordenamiento oculta tras el supuesto caos.

      

        
    Ciertamente es un hombre de mirada cáustica y, en una muestra de coherencia  su trabajo está conformado por parábolas visuales en las que la vida se muestra desprolija y se sobrepone a la “calidad” que aspiran las convenciones sociales.

   En "Souvenir" cada imagen es un comentario cargado de humor negro, pero dejan de ser comentarios aislados porque sus imágenes parten de un proyecto previamente intencionado. Cada fotografía tiene como fin estar inmersa en un conjunto metódicamente trabajado como quien ve colecciones de objetos en un álbum incompleto. Parr es una consecuencia de sus propias fotografías. Cada imagen lo reafirma  a la vez que lo confronta con su nueva realidad ahora plasmada en la sociedad de redes.

         La paradoja es que su obra  termina siendo obra-objeto de consumo de alta factura mostrando, una posesión. En fin, fotografía objetos de consumo para convertirse en obra de consumo, pero con la clara diferencia de que sus fotografías nos hacen conscientes del asunto.

      
Gracias a Germán Malpica, Jaime Pèrez,  Ricardo Gómez Pérez y a Cioleck Sánchez  por compartir esta experiencia