lunes, 9 de enero de 2017

DOS MIRADAS DE TUNICK EN BOGOTA



DOS MIRADAS  DE  TUNICK  EN BOGOTA 

         ¿Viste? !Esa soy yo! -afirma una joven a la vez que señala con su índice hacia el lateral izquierdo de una de las imágenes- ¡Allá está Graciela! Este que está de lado es Jairo. Allí nos decía en voz baja que el frío lo estaba matando. 
            
           El público se mueve lentamente hacia el fondo; mientras, otro grupo de visitantes que regresan  del Museo Nacional  comparten  la experiencia de  sus primeros pasos en la desnudez colectiva. Uno que otro observa en los grupos fotografiados llevando en su mano un sobre muy bien elaborado que contiene la fotografía del sector en el que aparece. 

               El Museo de Arte Moderno de Bogotá sirve de recinto a la acción identificadora y, basada en ella, una buena parte del público va a reconocerse en la imagen y hace alarde de su atrevimiento a la vez que intenta ver quienes más de sus amigos forman parte de la imagen .

 Zona VII   las lecturas del cuerpo y el espacio urbano

            Nueve imágenes conforman la muestra del neoyorquino Spencer Tunick en el MAMBO, todas en  formato  127 x 101 cm. e impresas en color con  tintas de conservación. En la sala, cada una de las obras  nos invita a establecer una relación con el espacio y el cuerpo desnudo,  un cuerpo socialmente indefinido, sin movimiento; la diferencia es sólo fenotípica: ya no hay estratos, ya no clases ni diferencias de intelecto y cultura;  sólo es el cuerpo, la piel lo que los iguala en un mensaje de identidad y diálogo con la sólida masa de los iconos arquitectónicos de la ciudad. 


            
            Tunick,  muestra la representación de una identidad citadina que dialoga con una identidad natural; una identidad compartida y territorializada en un ámbito socialmente controlado a través de una suerte de permiso de juego en un patio cercado en el que se pretende controlar hasta el mas mínimo detalle; aun así, la naturaleza lúdica del proyecto permite drenar la presión de tener que ser distinto para encajar socialmente. Este cuerpo global, está masa hermosa, niega el mercadeo físico, la sensualidad y el erotismo, tal vez por ello la envidia se minimiza ante el idéntico valor de ser célula de este cuerpo nuevo.

       El autor compone en su trabajo una escultura cuya textura de puzzle es afianzada por la inmovilidad de una masa biológica, una masa que muta de célula a individuo gigantesco y hermafrodita. En este nuevo ser, las formas se anulan por el corto instante de su vida como ente  que pasa de estar compuesto  de cuerpos hechos a medida del mercado y del poder político, a ser formas hechas a medida del mercado y del poder del arte  (poderes y mercados  que cual siameses permanecen unidos a voluntad y conveniencia).


            El encuentro para el performance nos indica que, por fortuna, el cuerpo ha  perdido su carácter de vehículo del alma que dominó gran parte de la historia humana para convertirse ahora en un supuesto cuerpo controlado individualmente, uno capaz de convertirse en masa moldeable, vendible, alquilable y que deviene en premio, cascajo, detritus de guerra, propiedad transferible a vencedor. Él cuerpo se convierte en trofeo pero, sobre todo, en sujeto fotografiable porque la inmortalidad colectiva es más humana.  Es una inmortalidad que como uniformidad en el espacio urbano, desdibuja la individualidad corporal y construye la forma que invocará  la noción de locus  que, según Geoffrey (1995) supone el reconocimiento y expresión del espíritu de un lugar en particular del paisaje del hombre. 

          La experiencia artística de Tunick en el paisaje urbano dispone del lugar de una manera particular para otorgarle esa vitalidad necesaria para dinamizar su historia y afectar el Genius loci. su obra permite relacionar la arquitectura y el urbanismo con la historia de un sitio determinado para convertirlo en la herencia viva como propuesta.  Tunick no fotografía la ciudad como registro para un banco de memoria apegado a una supuesta pero necesaria objetividad; por el contrario,  lo hace en la ciudad con intenciones de opinar en torno a ella de manera consciente y nunca inocente; luego, actúa en la resignificación del espacio para generar nuevas lecturas.

            La importante propuesta de Tunick como performance (tal como lo define en el caso de su serie Naket ardrif ha otorgado a miles de personas en el mundo un espacio y un momento para lucir su desnudez con orgullo y dignidad. Una oportunidad que da paso a una razón primitiva de volver al inicio de nuestra existencia como especie. Tunick pretende dar un rostro único de nación, de libertad y cobijo en el paisaje urbano."         
  
             Bien vale la pena recordar que los fines de esta actividad de arte de acción fueron previamente explicados en rueda de prensa por parte de la Directora del Mambo a la vez que  se repite en  los vídeos que permiten un mayor acercamiento a la actividad y a su relación con el reencuentro, el perdón y la paz posterior a un plebiscito cuyo resultado todos conocemos. 

Zona V La lectura del espacio 

            Conociendo las imágenes de su visitas anteriores a Latinoamérica y una vez plantado frente a las obras hechas en  Colombia y expuestas en la sala del MAMBO puedo decir que sus fotografías no hacen de la piel su centro de atención, la desnudez es un punto a tratar sobre una imagen que invita a contemplar el espacio en el que los cuerpos se convierten en texturas. Puedo argumentar mi afirmación en una aproximación al paisaje (Voglar, 2007) que nos lleva a considerar algunas características como recorrido visual,  la profundidad de campo, el punto de vista a plomo o, en la mayoría de los casos, en picado. La inmovilidad, la identificación, el sosiego, entre otras manifestaciones relacionadas con la mirada amplia es generadora  de una  seguridad primitiva. Basados en estas afirmaciones, diríamos que Spencer Tunick no es un fotógrafo del desnudo, sino un artista que se expresa en el paisaje en el que los cuerpos generan en el plano morfológico, el ritmo, las texturas y la escala para, como él mismo lo dice, construir esculturas al tiempo que ejecuta su performance.



Zona III las lecturas del contexto y el compromiso

            Pero,  ¿Qué hay más allá de lo fotográfico?, en esta oportunidad lo social tiene mucha más importancia qué las imágenes presentadas en la sala  y en las que el foco y las impresiones nos dejan con algo de vacío. Sabemos que este desliz, aunado a la ausencia de guía de visita y cédulas, no permiten al lector  algunos datos de interés para la comprensión de los espacios, afectando así las condiciones recepción  y comprensión de las obras que parecen más bien entregas de cumplimiento para con el cronograma institucional. Sabemos que  la relación con los iconos de la ciudad le da una ubicación al espectador nacional mas no así a espectador extranjero que disfruta de la cultura de la ciudad. Estos pequeños detalles del montaje en la sala nos llevan a preguntarnos en torno a la maduración del proyecto y a la optimización de recursos que tuvo está exposición patrocinada por Johnny Walker.  

            Por otra parte y ya relacionando la actividad y su contexto creo que pasar de lo estrictamente estético a lo sociológico es pensar que la estética no responde a acciones sociales y viceversa. El autor en estas fotografías, al igual que en obras anteriores ha manifestado su negativa a tomar una posición política tal como  lo afirmó en una entrevista en Caracas en 2006 al decir: ”yo no confronto situaciones políticas. Mi trabajo es con los cuerpos desnudos y allí están los significados y el valor del mensaje que quiero destacar” sin embargo, notamos la coincidencia con la necesidad mediática de libertad y consenso nacional. (Tal fue el caso de la convocatoria en Caracas 2006 en el marco del Foro Social Mundial en un momento bastante crítico y de gran polarización ciudadana y ahora en el de Bogotá en el marco de la discusión  del tratado de paz.) El performance de Tunick como toda importante propuesta estética tiene una lectura política. 

Venezuela


             Toda intervención del espacio urbano con intenciones de su resignificación  y sus huellas históricas tiene una lectura política. Acaso no es un mensaje intencionado todo evento masivo sea huelga, espectáculo, performance, concentración, denuncia o rebelión, desplazamiento o  refugio? ¿No es cada uno de ellos la respuesta a contrariar un orden cotidiano? nos preguntamos: ¿se convierte el autor en gancho de la dirección de la mirada internacional  en  países con necesidad de exposición mediática?  

 Zona IV  La visión latina 

           
A mi entender,  el autor  nos muestra una Colombia un tanto sesgada en cuanto a su relación multirracial: basta ver como  la relación de tonos de piel tan evidente en nuestras capitales latinas termina escasamente representada  en las imágenes que se convierte casi en una negación por lo que la premisa de igualdad no se siente tan sólida en su propuesta. 

Chile 

        Por supuesto que, sin hacer de este importante aspecto un punto de tensión que nos lleve al rechazo, podemos decir que en la versión latinoamericana, se muestra el desgaste de la propuesta de Tunick que parece estar enfocada con el pasar de los años a establecer records de asistencia sin mayores objetivos desde lo artístico, y específicamente desde lo fotográfico como medio expresivo por lo que,  en  casos como Sao Paulo, Caracas, Buenos Aires o Santiago, presentan esquemas de composición simples y repetidos. Ciertamente, hay un desgaste respecto a Latinoamérica a lo largo de los últimos 10 años de actividad performativa, pues ella contrasta de manera notable con sus trabajos realizados en Europa. Basta observar con detenimiento sus maravillosas piezas producidas en  Neuchatel Suiza, Múnich, Alemania  o Hull en Gran Bretaña (este último por cierto realizado a pocos días de su performance bogotano).  Este doble tratamiento se me antoja interesante para otras líneas en torno a la obra de Spencer Tunick que pudiéramos discutir mas adelante. 



Gran Bretaña 


Suiza 




























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